Prieto en la Alameda

AutorAndrés Henestrosa
Páginas100-101
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ANDRÉS HEN ESTROS A
le hace la Real y Ponti fica Univers idad de México (1805); Panegírico de Nue stra
Seño ra de Cova donga, pr edicada a la real Congrega ción de A sturia nos de México
(1807); Elogio fúnebre de los soldados españoles muertos en la heroica defensa de Mon-
tevideo y Bu enos Aires (1809).
Esta breve bibliografía de Heredia y Sarmiento está tomada en su casi to-
talidad de Beristáin de Souza que, como hemos dicho, suele dar incompletas y
erróneas sus noticias, lo que no quiere decir que su Biblioteca Hispano-Americana
no sea una obra de gran utilidad para los estudios biobibliográficos de México.
6 de julio de 1952
Prieto en la A lameda
Nos ocupamos en una Alacen a anterior de un folleto que calificamos como
una de las piezas más raras de la bibliografía mexicana del siglo pasado. Y
prometimos volver a él apenas pudiéramos establecer algo nuevo acerca de los
autores de los artículos que contiene o cualquier otra circunstancia útil para
su mejor aprovechamiento en el estudio de la literatura mexicana. Apuntamos
en aquella ocasión que los sonetos, cuartetas y octavas que la pieza contiene
pudieron haber sido escritos en ocasión de celebrarse el Grito de Dolores y
que esta celebración pudo haber sido el 16 de septiembre de 1831. Y así es.
Dijimos que los sonetos fueron colocados en las cuatro puertas de la Alameda,
tal como se indica en la pieza, pero en cambio apuntamos que el templete en
que las octavas y las sentencias en cuartetas fueron colgadas pudo haberse
levantado en la Alameda o en algún sitio cercano o destacado de la ciudad, la
Plaza de la Constitución, quizá; en lo que cometimos un error pues todas las
piezas literarias que contiene aquella joya bibliográfica fueron colocadas en la
Alameda. Desde el primer momento me ocurrió pensar que tal vez en algunos
de los autores de diarios, memorias y recuerdos pudiera encontrar alguna guía
para establecer la fecha, lugar de la festividad y los nombres verdaderos de los
autores de aquellas poesías. Un primer nombre que recordé fue el de Guiller-
mo Prieto, el ripioso coplero de la Musa callejera, y abigarrado y caudaloso autor
de las Memoria s de mis ti empos, esa especie de alacena de friol eras o de min ucias
en que puso todo lo que le vi no a la memoria, a la pluma o la punta de la
lengua, sin importarle un bledo la gramática y la preceptiva, tal como es ley

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