Absurda y rencorosa historia

AutorAndrés Henestrosa
Páginas117-118
la de Mier, la de Alamán, la de Victoria. De sus informaciones se valió Arturo
Arnáiz y Freg para poner nuevos toques al retrato de Lucas Alamán, aunque
no haya acreditado al autor de esta Alacena la posesión de una copia del Ma-
nuscrito de Beruete, ocasión que aprovechó para sacar una más, devolviendo la
que tenía prestada con una página de menos. Pero eso es harina de otro costal
al que hemos de volver pronto, cuando en el número próximo de la revista de
Historia Mexicana, hagamos una disección del Diario de Beruete que desde hace
quince años tenemos anotado y prologado, en espera de un editor.
26 de octubre de 1952
Absurda y rencorosa historia
Aunque publicado, según todas las sospechas, en 1939, no ha sido sino en estos
últimos meses cuando ha llegado a México, y he podido leer, el libro Agustín de
Iturbide, emperador de México de Alberto de Mestas. El autor, en absoluto desco-
nocido en el capítulo de los estudiosos de la historia de México, parece una de
esas criaturas del franquismo, enajenado con la vana y difusa esperanza de que
España reconstruya su imperio en América. Su libro es un perfecto modelo de
necedades, errores y aberraciones, propias de quien se atreve por un campo que
le es ajeno, sin otra mira que halagar a los oídos de su amo y abrir las compuertas
del albañal de todas las inepcias y rencores que les estanca el alma por la pérdi-
da de un reino que creyeron suyo. Llama a Iturbide autor real de la Independen-
cia de México, y aunque asegura que ni allá ni aquí hay quien piense cambiar el
orden de las cosas actualmente existente, por mucho que justamente se llore la
desaparición del imperio español, el más excelso y excelente que conocieron los
siglos, afirma, no deja de lamentar aquella pérdida.
Mestas se resigna a aceptar el olvido en que actualmente se tiene a Itur-
bide en España, pero considera incomprensible este olvido en México, donde
se pretende, según él, suplantarlo con aquellos primeros insurgentes de triste
memoria: Hidalgo y Morelos, a quienes falsamente quieren ahora atribuir la
gloria que sólo a Iturbide pertenece. Esta opinión así de rencorosa y absurda,
da el tono de toda la obra. Se vale Alberto de Mestas para f undar su opinión
en autores de segunda y tercera categoría, cuando no autores abiertamente ad-
versos a la Independencia de México. ¿Pues qué otra cosa son Marius André,
AÑO 1952
ALACE NA DE MINUCI AS 117

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