Una antología frustrada

AutorAndrés Henestrosa
Páginas114-115
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ANDRÉS HEN ESTROS A
bién. Sino que publica poco y rompe mucho, lo que es una buena señal. Nin-
gún día sin romper una página, la divisa de Juan Ramón Jiménez se cumple
puntualmente en Herminio; pero ese poema que se salva, no le sacará rubores
a la cara pasados los días, como es frecuente en los escritores abundosos que
un día esconden a sus criaturas, tal si estuvieran llagadas. Y ahora una última
noticia: pronto se publicará un pequeño volumen de los poemas de Hughes
traducidos por Ahumada al español.
5 de octubre de 1952
Una antología frustrada
Don Antonio Raluy Poudevida publicó en octubre del año pasado una Antolo-
gía poéti ca hispanomexica na que comprende algunas de las composiciones más
importantes de los principales autores, cronológicamente expuestas a partir
del siglo XII, con una nota cabecera sobre cada autor y el entroncamiento de
la poesía mexicana, desde la época colonial a nuestros días, dice el autor. El
compilador reconoce desde la primera línea que “no es tarea fácil la presente
obra”. Y así es: basta asomarse a sus páginas para convencerse de que la obra
está fraguada precipitadamente, por lo menos la parte que se refiere a México,
única de la cual voy a ocuparme en esta rápida, adversa aunque no enconada
Alacena. Por los errores tan de bulto en que incurre, parece que Raluy Poude-
vida armó su Antología con materiales que tuvo más fácilmente a la mano, sin
cuidarse de verificarlos, mal común de muchas de nuestras frustradas antolo-
gías. Así la que hace apenas unos meses nos entregó el poeta jalisciense Jesús
Arellano, fallida de la una a la otra parte.
Don Antonio recoge como obra de fray Miguel de Guevara el famosísimo
soneto “A Cristo crucificado”, en otro tiempo atribuido al fraile michoacano,
con todas las trazas de cosa verdadera, por A lberto María Carreño, pero que
habrá que seguir considerando anónimo, pese a los “buenos argumentos”
que invoca el antologista. Es verdad que el señor Raluy Poudevida se lava las
manos puntualizando la atribución, pero fuera mejor dar de mano esa pater-
nidad, ya definitivamente rechazada en nuestros días, según puede estar en-
terado el más humilde curioso de nuestra literatura. Otra circunstancia que
viene a robustecer la sospecha de que el antólogo se valió de informaciones

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