Los días de Gertrudis

AutorAndrés Henestrosa
Páginas107-109
y que de un modo tan feliz sazone nuestras interlocuciones, tanto como las
fórmulas corteses y los diminutivos. La autora tiene el buen tino de ilustrar,
ésta como otras digresiones, con dibujos alusivos, oportunos y acordes con la
intención que regula sus tareas de escritora. Y una cosa curiosa de anotar: cin-
cuenta años más tarde, el poeta y crítico de arte español José Moreno Villa se
detuvo a observar tres de esos ademanes, ilustrándolos con un parecido asom-
broso, en un penetrante capítulo de su hermoso libro Cornucopia de México.
Escrito en los días de gloria de don Porfirio, Face to face wi th mexicans se
adorna con los retratos de Carmen Romero Rubio de Díaz y del Dictador,
quien además le escribe una carta.
Agradecida por ésta y otras distinciones; una, participarle un regreso a
México que la señora Chambers Gooch pudo haber realizado, pero del que no
se tiene testimonio.
Desde aquí incito a la gran empresa editora que es el Fondo de Cultura Eco-
nómica a que incluya en sus bellos libros una edición mexicana, o por lo menos,
una antología de esta obra indispensable para acabar de entender el Porfiriato,
como Alfonso Reyes tuvo el acierto de llamar a la era de don Porfirio.
10 de agosto de 1952
Los días de Gertrudis
Durante el presente siglo, y con motivo de la Revolución, México cobró un
rango que nunca antes había tenido: cayó en el desdén de los viajeros. Nunca
se pudo hablar de él sin anticiparle un adjetivo de intención peyorativa. Y sólo
de cuando en cuando, y eso a partir del triunfo revolucionario, algún viajero se
asomaba con simpatía a las cuestiones nacionales y proclamaba esa simpatía en
las páginas de un libro. Entre otros, podemos mencionar el de John Reed, In-
surgent Mexico, y el de Ernest Gruening, Mexico and her heritage. Y últimamente
el de Gertrude Diamant, The days of Ofelia que da pretexto a esta Alacena.
Gertrude Diamant vino a México hará doce años, trayendo en las manos
una Guía, pero también un cuaderno de notas que a semejanza del buen pin-
tor, todo escritor debe llevar de acuerdo con el consejo de Samuel Butler. Bus-
cando habitación por la colonia Cuauhtémoc, topó por la calle de Atoyac con
Ofelia Escoto, hija de un sereno o gendarme. Y este encuentro fortuito vino a
AÑO 1952
ALACE NA DE MINUCI AS 107

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR