Un homenaje a López Velarde

AutorAndrés Henestrosa
Páginas104-105
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ANDRÉS HEN ESTROS A
pueblo. Serrano Martínez tuvo presente a los dos autores al trazar su Corrido.
No tiene la maestría con que el autor del Martín Fierro incorpora al caudal de
su elocuencia todo lo que el tema arrastra, todo lo que la inspiración puesta a
trabajar sugiere, inventa, crea y recrea, sin preocuparse por ser original, sino ha-
ciendo suyo el pan, y el vino, y el amasijo de la inmensa sabiduría popular, a tal
extremo que no se advierte en el poema dónde entra lo extraño ni dónde lo pro-
pio. Refranes, dichos, cabos de poesía oral y escrita, se juntan y se enlazan, allá
y aquí, sin asomo de rechazo. Castillo Nájera intentó todo eso sin conseguirlo.
Serrano Martínez en más de una ocasión alcanza ese propósito que en Hernán-
dez tiene todas las trazas de un dechado. Versifica con habilidad, con señorío
sobre la forma, y de tal modo está amasado con sangre y tierra mexicanas, que
la entonación y el ritmo de El coyote son permanentes. Sin altibajos, tal como lo
modula el cantor anónimo: sin malicias literarias, pero audaz y certero.
27 de julio de 1952
Un homenaje a López Velarde
En junio de 1931, a los diez años cabales de la muerte de Ramón López Velarde,
la revista Crisol, editó un pequeño y ya raro folleto para conmemorar aquel des-
dichado acontecimiento. Aunque el opúsculo no incluye ningún escrito de Juan
de Dios Bojórquez, se advierte en el homenaje la cálida presencia del escritor
sonorense, uno de los primeros que vislumbraron la lejanía y la hondura, el tem-
blor y el misterio que henchían las sílabas, a ratos todavía inconexas, del gran
poeta de Zacatecas. Testigo, la semblanza que trazó de López Velarde la misma
mañana de su muerte al Presidente Álvaro Obregón, y resumida después en el
prólogo que escribió para El son del corazón, libro póstumo en el que también
puso las manos Juan de Dios Bojórquez. El folleto que motiva esta rápida Alace-
na, consta de unas cuantas páginas, apenas dieciséis; reproduce en la portada un
retrato en madera de Ramón, debido al artista francés Paul Gallien y publicado
por primera vez en Prisma, revista internacional de poesía que editaba, en París,
el poeta Rafael Lozano, según informe que me proporciona Luis Noyola Váz-
quez, sabio en éste como en otros achaques de nuestra literatura. Con excep-
ción de una pieza, la “Alegoría en memoria de Ramón López Velarde”, por Jesús
S. Soto, todas las demás están escritas en prosa. El poema de Soto se ilustra con

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