Notas manuscritas de Galindo y Villa

AutorAndrés Henestrosa
Páginas122-123
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ANDRÉS HEN ESTROS A
utilidad ha de ser, si no para la poesía, sí para el estudio de nuestra literatura,
dice más o menos. ¿Y para qué seguir adelante? Yo sólo quise decir que esta
derrota de Arellano es virtualmente la derrota de cada uno de nosotros, pre-
sos como estamos, entre aquellos dos extremos que señaló Manuel Orozco y
Berra para las obras del espíritu: cuando tenemos pan, no tenemos tiempo;
cuando tiempo, no tenemos pan.
16 de noviembre de 1952
Notas manuscritas de Galindo y Villa
Ya en otra ocasión he glosado las notas que de puño y letra de Jesús Galindo y
Villa he encontrado al margen de algunos libros que fueron de su propiedad.
Estas notas iban a servirle sin duda, y algunos en efecto sirvieron, tras de dis-
cutirlas y clasificarlas, para sus trabajos personales. Sin embargo, muchas eran
la traducción de sus más íntimas convicciones, de esas que no trascienden al
público, porque en ellas va de por medio la buena crianza, cuando no la denun-
cia de situaciones que, por graves, deben permanecer ocultas. En la ocasión de
que hablo, las notas se referían al libro El verdadero Juárez, que Galindo y Villa
no logró organizar, pero que sin duda estaban destinadas a dar cuerpo a uno
de los tantos libros que se escribieron para refutar a Francisco Bulnes. Estas de
que voy ahora a ocuparme son de índole diversas: más que referirse a la obra
Las rui nas de Mitla y la arquitectura de Manuel Francisco Álvarez traducen las
fobias de don Jesús, reflejan aquello que en lo más hondo de su conciencia pensa-
ba del gobierno porfirista y de la suerte de nuestra cultura. El ejemplar de la obra
de Álvarez está dedicado a Galindo y Villa en el año de 1905, a petición suya,
según se desprende de la larga dedicatoria. Pues bien, Galindo y Villa pasados
unos años, reúne sus observaciones en su libro Algo sobre los zapotecas y los edifi-
cios de Mitla, pero deja en el tintero aquellas otras reflexiones que, como he di-
cho, se refieren más a su intimidad psicológica que a su situación de historiador
y escritor. Como se recordará, Álvarez, más que una obra personal, presenta en
Las ruinas de Mitla una antología de las diversas opiniones que hasta su tiempo
existían de más valiosas acerca de aquellas antigüedades oaxaqueñas. Cada una
de esas piezas promueven un comentario, una discusión, una reflexión en el
ánimo de Galindo y Villa, todos de índole histórica y científica. Pero, de pronto,

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