El corrido literario

AutorAndrés Henestrosa
Páginas103-104
El corrido literario
Ahora diez años, una mañana tocó a mi puerta un joven fornido, bajo de esta-
tura, pelo abundante y lacio, quemado por el sol; ejemplar acabado de ese tipo
de nuestro pueblo en que predomina la sangre indígena. Era Celedonio Serrano
Martínez. Hasta el lejano pueblo de Guerrero donde había nacido, y hasta la aldea
donde cumplía sus deberes de maestro rural, había llegado mi nombre como autor
de un libro con savia india. Y como él era indio, y como daba oído a la palpitación
indígena de su solar nativo, y quería interpretar ese latido, quiso conocerme. Y a
eso llegó a mi casa aquella mañana, sabedor de que a mí, buen hombre de pueblo,
jamás la aurora me sorprendió dormido. Ya tenía muchas antesalas acerca de mi
persona, buenas y malas, aunque más las segundas que suelen ser las únicas ver-
daderas. Llegó, pues, resuelto a todo, tras de vencer muchas timideces. De aquel
primer encuentro, pienso yo, arranca la decisión de Serrano Martínez de trabajar
la veta folklórica que le tocó conocer de cerca: la guerrerense, rica como todas
aquellas en que la tierra india dio raíz al árbol español.
“Don Cile” –así le dicen en su pueblo– puso en mis manos una pequeña
colección de romances, forma frecuente en los poetas noveles, y desde luego,
arranque de la literatura de México. Recuérdese, si no, el romance de “La
noche triste”. Mientras conversábamos, a hurtadillas, leí algunas piezas del
manuscrito. Y para que tuviera una muestra de mi genio alegre, le pregunté si
estaban escritas en verso o en prosa. Y Don Cile rió de buena gana. De aquella
colección seleccioné el material que informa El romance ro del Balsas que Ma-
nuel Altolaguirre orló con un prólogo entusiasta.
Serrano Martínez se volvió a su pueblo y a su escuelita a enseñar y a
ensoñar, anotando en un cuadernillo los hallazgos, las ocurrencias literarias;
consonancias y asonancias de los libros en gestación.
Y unos años después vino su segundo libro, El Coyote, apodo de un famoso
guerrillero de la Revolución en el Sur. El coyote, tótem de México, como lo son
el águila, la serpiente y el jaguar, viene al pelo a este corrido que Serrano Mar-
tínez nos canta con todo el pecho, como corresponde a todo poeta verdadero.
Para dar una idea del significado de esta canción, mencionemos a dos poetas
de los cuales equidista: José Hernández, autor del Martín Fierro, y Francisco
Castillo Nájera, autor de “El gavilán, corrido mayor de las letras duranguenses.
Del uno, tiene el aliento, la savia, la raigambre indoespañola; del otro, la inten-
ción: dar calidad literaria al corrido, vaso en que borbota la queja de nuestro
AÑO 1952
ALACE NA DE MINUCI AS 103

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