La importancia del Inacipe en el desarrollo de las Ciencias Penales en México. Una visión personal

AutorAlicia Beatriz Azzolini Bincaz
Páginas1-6

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Conocí el Instituto Nacional de Ciencias Penales a principios de 1983 cuando, recién llegada de mi país natal, Argentina, estaba cursando el primer semestre de la Especialidad en Derecho Penal en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Mi profesor de Teoría del Delito era el doctor Moisés Moreno Hernández, que en ese momento ocupaba el cargo de Secretario Académico del

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Inacipe. Por su sugerencia comencé a frecuentar la biblioteca de la institución para consultar el libro de Armin Kaufmann Teoría de las normas. A partir de ese momento me convertí en una asidua visitante de este centro de estudios.

En aquellos años el asistente de bibliotecario era Luis González Placencia, hoy día reconocido criminólogo, defensor de derechos humanos, que ocupó la Presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal entre los años 2009 y 2013.

El director del Inacipe era don Celestino Porte Petit, quien en ese momento presidía la Comisión encargada de la revisión del Código Penal para toda la República en materia Federal y para el Distrito Federal en materia del Fuero Común. La Comisión sesionaba en las oicinas de la Dirección, se guardaba una gran secrecía sobre los trabajos que llevaba a cabo. La crema y nata de los penalistas del país participaba en esas reuniones. Los temas trascendentes de política criminal ahí se decidían.

Entre los académicos destacados que impartían clases se contaban reconocidos criminólogos como Luis Rodríguez Manzanera, y criminalistas de excelencia, como el doctor Rafael Moreno.

En el área de investigación se concentraban jóvenes académicos representantes de la corriente crítica, como Ana Joseina Álvarez Gómez, Alicia González Vidaurri, Augusto Sánchez Sandoval, Fernando Coronado Franco y Fernando Tenorio Tagle.

Desde aquella época conviven en Inacipe representantes de las diversas corrientes del pensamiento penal. Criminólogos tradicionales y de corrientes críticas, penalistas que siguen las posturas finalistas, funcionalistas y garantistas.

Esto ha constituido, sin lugar a dudas, una de las mayores riquezas de esta institución.

En el año 1990, Luis de la Barreda fue designado Secretario Académico del Instituto y me invitó a colaborar en su gestión. Me encargó el desarrollo de planes y programas de estudio y la impartición de la materia de Teoría de la Tentativa. Por ese entonces yo había concluido de cursar la Maestría en Derecho en la UNAM y ya era profesora investigadora de la UAM Azcapotzalco. Sin embargo, la posibilidad de trabajar en Inacipe signiicó el ingreso a las Grandes Ligas. Todos los que nos apasionamos por los temas penales en México aspiramos a formar parte del cuadro docente de esta institución. Durante un año gocé de ese privilegio. Compartí la experiencia académica con Fernando Gómez Mont, quien después fue Secretario de Gobernación, con la hoy Magistrada Sara Patricia Orea, con quien inicié una amistad que perdura hasta hoy. Y con muchos otros docentes, todos ellos destacados y destacables.

Mis actividades profesionales me mantuvieron alejada del Inacipe durante varios años, aunque, ocasionalmente, asistía a foros o conferencias. Durante ese tiempo ocurrió el lamentable cierre de la institución, por razones que nunca se dieron a conocer. Afortunadamente, y gracias al empeño de varios académicos, entre los que destaca el doctor Moisés Moreno, el Inacipe renació, como el ave Fénix, de entre sus cenizas. Superó así la primera embestida.

Las vueltas de la vida. En 2004, me acercaron nuevamente a la institución. El Director era entonces el maestro Gerardo...

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