El Instituto Nacional de Ciencias Penales, una ventana al conocimiento del saber del Derecho penal

AutorJosé Héctor Carreón Herrera
Páginas39-45

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En la década de los setenta del siglo pasado, surgió en un grupo de estudiantes que estábamos próximos a concluir la carrera de abogado, notario y actuario en la entonces Escuela de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Puebla, la inquietud por conocer con mayor profundidad la ciencia penal, así como aquellas disciplinas afines a ella.

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Para tal efecto, el representante del aludido grupo de estudiantes tuvo el acierto de invitar como ponente a un ciclo de conferencias que se llevaron a cabo en el auditorio "José María Morelos y Pavón" de nuestra escuela, al Dr. Alfonso Quiroz Cuarón, quien además de haber sido el primer criminólogo graduado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue discípulo del gran psiquiatra forense José Gómez Robleda.

Después de su docta conferencia respecto del tema relativo al Derecho de ejecución de sanciones en nuestro país, tuvimos una larga y fructífera plática con el Dr. Quiroz Cuarón, acerca de temas relativos a la criminología y al Derecho penal, mostrándole, además, el interés por continuar nuestros estudios de posgrado acerca de dichas disciplinas, a lo que nos comentó que una de las opciones más serias en ese momento en nuestro país, lo constituiría el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).

El 16 de noviembre de 1978, al dictar su acostumbrada cátedra en un aula de la Facultad de Derecho de la máxima casa de estudios de nuestro país, la UNAM, el Dr. Quiroz Cuarón dejó de existir, víctima de un "criminal infarto" como lo comentó uno de sus discípulos, el Dr. Fernando Flores García.

Concluidos nuestros estudios de licenciatura, analizamos detenidamente el decreto de creación del Inacipe, el cual consideraba que el eiciente desarrollo de la política criminal mexicana en ese momento requería de la formación de recursos humanos del más alto nivel para apoyar y desarrollar con éxito los programas de prevención y tratamiento, pero que además para la conformación de la misma era indispensable contar con investigaciones científicas que esclarecieran adecuadamente las causas, la presentación y tratamiento de las conductas antisociales en nuestro medio.

Con base en lo anterior, consideramos pertinente acudir a principios del año de 1979 al Inacipe con el in de entrevistarnos con sus autoridades, quienes nos manifestaron que existía la posibilidad de que una vez que fuéramos aceptados como alumnos podríamos solicitar becas e inclusive ingresar al internado que se abriría para aquéllos que, como en nuestro caso, tuvieran su lugar de residencia en el interior de la República, pero al ver el interés de alguno de nosotros por llegar a ser en ese entonces agentes del Ministerio Público de la Federación, nos comentaron que por ningún motivo pensáramos que dicha Institución era una bolsa de trabajo.

Cinco años después, convencidos de que efectivamente la mejor opción para conocer las ciencias penales era el Inacipe, algunos nos sometimos a la selección para ingresar como alumnos a la Maestría en Ciencias Jurídico-Penales; otros a la de Criminología y Criminalística constatando que tanto el ingreso como la permanencia en el Instituto eran demasiado estrictas, lo cual daba cuenta del alto nivel de compromiso y dedicación que una Institución como el Inacipe requiere.

Cabe mencionar que tan sólo en la generación 85-87, de un total de setenta alumnos de diversos Estados de la República y del Distrito Federal que fuimos aceptados en la Maestría en Ciencias Jurídico-Penales, únicamente concluimos satisfactoriamente ocho alumnos, de los que sólo dos fuimos aceptados, previa solicitud, para laborar en funciones inherentes a los ines del Instituto (coordinando Especialidades o Maestrías en diversos Estados de la República o bien en Universidades cuyas autoridades irmaban convenios de colaboración académica con el Inacipe).

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Al formar parte del Instituto pudimos constatar que el conocimiento científico que desde su creación ha proporcionado el Inacipe a los estudiantes que han pasado por sus aulas, y que estamos seguros sigue aportando a las nuevas generaciones, ha sido...

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