El plátano

AutorAndrés Henestrosa
Páginas99-100
AQUÍ ENTRA ahora, con el traje ceñido al
talle, el plátano, el otro árbol incorporado
a la religión zapoteca. Como sus her-
manos el carrizo y el olivo, era distinto
antes de Jesucristo. En aquellos tiem-
pos, apenas brotaba agregándole estatu-
ra, la última hoja se abría al sol como una amplia
mano; pero cargado de frutos, el hombro inclina-
do, simuló siempre un Jesús vegetal camino del
Calvario. Así era este árbol fresco de los trópicos cuando aún
no venía Jesús.
Pero un día subió a su copa el Niño del Viento, cargado
con la noticia de que el otro, el Niño-Dios, huía hasta escon-
derse en la noche, perseguido por judíos.
La noche de aquel día el plátano se dio tal prisa que al
amanecer, como una hoja nueva, estaba más alto. Y la hoja le
había brotado enrollada; y aunque no lo decía, eso era para
que el fugitivo pudiera, a plena luz, descansar envuelto en
ella. Y Jesús varios días dejó de huir.
De la hoja, la noticia bajó a la flor y de la flor al fruto. Y
el fruto, el que se llama guineo, más que los otros, esconde
dentro de su carne formadas con semillas minúsculas cruces.
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El plátano

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