El Niño Dios retorna

AutorAndrés Henestrosa
Páginas71-72
ELNIÑO zapoteca puede saber, con sólo oír lo
que cuentan los abuelos y las pilmamas, qué
tiempos corren, qué fiestas se aproximan, si fies-
tas reales o fiestas de guardar. Las fiestas reales
apenas dejan en su mente un tenue rastro que des-
pués los años, como una leve brisa, borran para
siempre. Las fiestas de guardar, por el contrario,
trabajan su fantasía, su capacidad mentirosa: los
complica, les da alas. Y entonces cuentan fábulas sutiles, que
el niño oye embelesado. Fábulas que aunque han caminado
muy lejos dentro de ellos, un día regresan y vuelan hacia
afuera. Entonces es llegado el momento de referirlas a los
niños: el niño se ha vuelto abuelo.
Ningún tiempo más propicio para narrar historias que el
mes de diciembre o de Natívitá, como los zapotecas pronun-
cian natividad, en un acomodo de la palabra a su lengua.
Entonces parece que retorna, que revive en todo hombre el
niño que se ha sido y que se quedó viviendo para siempre en
nosotros. Una a manera de Niño-Dios, bueno, inocente, cré-
dulo. Cuentan, pues, en esos tiempos nuestros mayores mu-
chos pasajes de la vida de Jesús, a quien algunos dicen haber
conocido. Porque, ¿saben?, Jesús estuvo en tierras de Juchitán
y de Tehuantepec. Y habló zapoteco.
71
El Niño Dios retorna

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR