La independencia de los territorios españoles

AutorJuan Bosch
Páginas569-597
569
Hemos llegado a un momento de la historia del Caribe que está lleno
de lecciones para todos los pueblos del mundo. A fines de 1814 Nueva
Granada no había podido consolidar su independencia y las fuerzas
indomables de la guerra social estaban aniquilando en Venezuela los
últimos puntos de resistencia independentista. El que observara la si-
tuación con la buena mirada de los hombres lógicos tenía que llegar a
una conclusión que parecía sensata: para los partidarios de la indepen-
dencia en Venezuela y Nueva Granada no había ya nada que hacer; si
les quedaba algo de razón debían aceptar el fracaso y abandonar la
lucha.
Esa conclusión tan realista se reforzaría cuando llegara al Caribe el
ejército expedicionario que estaba organizándose en España desde no-
viembre, para cuya jefatura había sido escogido el día 18 de ese mes el
teniente general don Pablo Morillo, ascendido con tal motivo a maris-
cal de campo. La expedición estaría compuesta por seis batallones de
infantería dotados de artillería, dos batallones de caballería y tropas
auxiliares; en total, unos 11,000 hombres, 10,000 de elfos de las fuer-
zas regulares. El jefe estaba reputado como buen militar; había hecho
su carrera desde soldado y había participado en muchas acciones im-
portantes, entre ellas Trafalgar, Bailén, Vigo; había entrado como jefe
de división en Francia junto con Wellington, que tenía buena opinión de
su capacidad para el cargo y parecía, en fin, un hombre idóneo para
comandar el ejército expedicionario.
Cuando comenzó a ser organizada, la expedición de Morillo estaba
destinada a actuar en el río de la Plata, pero a última hora se decidió
Capítulo XX
La independencia de los territorios españoles
Juan Bosch
570
enviarla a Venezuela y Nueva Granada. Morillo y su ejército salieron
de Cádiz el 17 de febrero de 1815 en 42 transportes protegidos por ocho
buques de guerra. Ante ese poderío, se pensó con razón en España, los
insurgentes americanos doblarían la cabeza.
La expedición llegó a Carúpano el día 5 de abril. Allí se reunieron
Morillo y Morales y acordaron pasar a Margarita, cuya guarnición, co-
mandada por Juan Bautista Arismendi, se rindió sin combatir; de Mar-
garita pasó Morillo a Cumaná, de ahí a La Guayra, y entró a Caracas el
11 de mayo. Hacía dos días que Simón Bolívar había salido de Cartage-
na rumbo a Jamaica. Designado por el Congreso de la Unión neograna-
dino para encabezar las fuerzas que debían tomar Santa Marta, Bolívar
trató por todos los medios de conseguir que el general Manuel del Cas-
tillo, comandante militar de Cartagena, le diera equipo para sus fuerzas,
y no pudo lograrlo. Castillo no le perdonaba a Bolívar los disgustos que
le había dado a mediados de 1823, y la situación entre los dos jefes
llegó a ser tan agria que en los primeros meses de 1815 Cartagena se vio
al borde de una guerra civil. Bolívar estaba convencido de que Morillo
atacaría con todas sus fuerzas a Cartagena y que bajo el mando de Del
Castillo la ciudad no podría salvarse; así, visto que su presencia en Car-
tagena podía ser más dañina que útil, se fue a Jamaica.
Bolívar no estaba equivocado, y no podía estarlo porque desde ha-
cía meses los realistas de Santa Marta, estimulados por la llegada de
Morillo a Venezuela, atacaban y tomaban puntos importantes de la
orilla izquierda del Magdalena, lo que indicaba que la lucha se despla-
zaría a Cartagena, porque el río Magdalena era la primera línea de de-
fensa de los cartageneros y una vez perdida esa línea sería relativamen-
te fácil sitiar Cartagena por tierra y por mar. Los ataques desde Santa
Marta llegaron a ser tan serios que para mediados de mayo habían
caído en manos realistas puntos que iban desde Barranquilla, en la
desembocadura del Magdalena, hasta Mompós, hacia el sur.
Morillo se dio cuenta rápidamente de que sus fuerzas no hacían
falta en Venezuela; la región central del país, que era la más importan-
te, estaba tranquila, sólo en algunos lugares de oriente y de Los Llanos
había pequeños focos rebeldes, y quedaban todavía restos de bandas
que seguían haciendo de manera aislada la guerra social; en cambio en
Nueva Granada había un gobierno republicano que controlaba gran

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR