Una frontera de cinco siglos
Autor | Juan Bosch |
Páginas | 61-83 |
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El Ca ribe está entre los lugares de la Tierra que han sido desti nados
por su posición geográfica y su naturaleza privilegiada pa ra ser fron-
teras de dos o más imperios. Ese destino lo ha hecho objeto de la codi-
cia de los poderes más grandes de Occidente y teatro de la violencia
desatada entre ellos.
Hasta el momento está por hacerse un estudio de geog rafía econó-
mica que abarque el conjunto de los países del Caribe. Sin embargo,
muchas personas tienen una idea más o menos acertada sobre la re-
gión; conocen por sí mismas, de oídas o a través de lecturas, la varie-
dad de sus cl imas, la abundanc ia y la bondad de sus puertos y sus
aguas y la hermosura de sus tierras. Se sabe que, además de hermosas,
esas tierras son de excelente calidad para la producción de la caña de
azúcar, de maderas, tabaco, cacao, café, ganados. En los últimos 50
años la imagen de la riqueza del Caribe se multiplicó, pues se vio que
además de cacao, café, tabaco y caña de azúcar, allí había criaderos
casi inagotables de pet róleo, de bauxita, de hierro, de níquel, de man-
ganeso y de otros metales valiosos.
Tan pronto se conoció la calidad y la riqueza de esas tierras se des-
pertó el interés de los imperios occidentales por establecerse en ellas.
Cada imperio quiso adueñarse de u na o más islas, de a lguno o de va-
rios de sus territorios, a fin de producir allí los a rtículos de la zona
tropical que no podían producir en sus metrópolis o a fin de tener el
dominio de sus depósitos de minerales y de las comunicaciones marí-
timas entre América y Europa.
Capítulo I
Una frontera de cinco siglos
Juan Bosch62
La historia del Caribe es la historia de las luchas de los imperios
contra los pueblos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es
también la historia de las luchas de los imperios, unos contra ot ros,
para a rrebatarse porciones de lo que cad a uno de ellos había con-
quistado; y es por último la historia de los pueblos del Ca ribe para li-
bertarse de sus amos imperiales.
Si no se estudia la historia del Caribe a partir de este criterio no
será fácil comprender por qué ese m ar americano ha tenido y tiene
tanta importancia en el juego de la política mundial; por qué en esa
región no ha habido paz durante siglos y por qué no va a haberla mien-
tras no desaparezca n las condiciones que han provocado el desasosie-
go. En suma, si no vemos su historia como resultado de esas luchas no
será posible comprender cuáles son las razones de lo que ha sucedido
en el Caribe desde los días de Colón hasta los de Fidel Castro, ni será
posible prever lo que va a suceder all í en los años por veni r.
La conquista del Caribe por parte de los muchos imperios que han
caído sobre él causó la casi total desaparición de los indígenas en la
región y la desaparición total de ellos en las islas, y causó, desde luego,
las natu rales sublevaciones de u nos pueblos que se negaban a ser es-
clavi zados y exterm inados en sus propias tierr as por extraños que
habían llegado de países lejanos y desconocidos. Esa conquista provo-
có la llegada a la fuerza y la subsiguiente expansión demográfica de los
negros africanos, conduc idos a l Caribe en condición de esclavos, y
originó sus terribles y justas rebeliones, que produjeron inmensas pér-
didas de vidas y bienes. Las actividades de los imperios han provocado
guerras civiles y revoluciones que han trastornado el desenvolvimien-
to natura l de los paí ses del Caribe, y ese trastorno ha impedido su
desarrollo económico, social y político.
Algunas de las revoluciones del Caribe, como la de Haití y la de
Venezuela, dieron lugar a matanzas que asombran a los estudiosos
de tales acontecimientos, y desataron fuerzas que operaron o se refle-
jaron en países lejanos. La v iolencia con que han luchado los pueblos
del Caribe contra los imperios que los han gobernado da la medida de
la fiereza de su odio a los opresores. Los pueblos del Caribe han llega-
do en el pasado, y si n duda están d ispuestos a llegar en el porvenir, a
todos los límites con tal de verse libres del sometimiento a que los han
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