El siglo de la desmembración

AutorJuan Bosch
Páginas261-288
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El Caribe quedó desmembrado en el siglo XVII. Durante 132 años había
sido territorio español, con muchos lugares disputados a flechazos por
los indígenas, con grupos de negros africanos alzados y con varios
territorios en que ni siquiera había puesto los pies un español; pero el
Caribe había sido español. Sólo a partir del 28 de enero de 1624, el día
de la llegada del capitán Thomas Warner a San Cristóbal, empezó Es-
paña a perder su dominio en la región.
Sucedía que los nuevos imperios formados en Europa querían par-
ticipar de las riquezas del Caribe. Al principio se limitarían a dispu-
tarle a España las islas pequeñas, ésas llamadas por los españoles “in-
útiles” debido a que no tenían metales; pero después quisieron tierras
mayores, ricas en muchos aspectos y con situaciones estratégicas pri-
vilegiadas. Aun las llamadas “islas inútiles” demostraron ser muy úti-
les en manos de ingleses, franceses, holandeses, daneses, suecos, y en
los últimos tiempos en manos norteamericanas; de manera que pode-
mos imaginarnos qué serían las mayores.
Así como la primera conquista de esos imperios nacientes fue an-
glofrancesa, la segunda sería hecha por ingleses y holandeses; no se
sabe a ciencia cierta en qué mes, pero se conoce el año: fue el de 1625.
La isla conquistada fue Santa Cruz, la mayor del grupo de las Vírgenes,
que se halla al sudeste de Puerto Rico.
Los holandeses habían acordado con España una tregua de paz de
12 años. La tregua se fijó en 1609, de manera que duraría hasta 1621.
Pues bien, tan pronto terminó esa tregua organizaron una Compañía de
las Indias Occidentales destinada a conquistar y administrar islas an-
Capítulo IX
El siglo de la desmembración
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tillanas. Dos cosas sobre todo buscaban en ellas: obtener sal, que ya no
podían sacar de la península de Araya, y establecer un mercado de
venta de negros. La sal les era imprescindible para mantener su indus-
tria de pescado y la venta de negros estaba produciendo los beneficios
más altos en el ramo del comercio con el nuevo mundo.
Se dice que en 1623 los holandeses tenían unos 800 navíos operan-
do en el Caribe. La cifra parece muy alta, pero aun estimándola exage-
rada debemos suponer que en el mar de las Antillas había más barcos
de bandera holandesa que de cualquier otra. Parece que la mayoría de
los traficantes marítimos que operaban de contrabando y conducían
negros africanos en esos años eran de esa nacionalidad. Como hemos
dicho antes, esos barcos salían de los puertos europeos con artículos
manufacturados; se iban a la costa de Guinea, donde cambiaban parte
de esos artículos por negros o los cazaban a tiros o los adquirían de los
reyezuelos y jefes de tribu; navegaban con ellos hacia el Caribe, donde
trocaban el resto de los artículos y los negros por pieles y produc-
tos tropicales, y volvían con esa carga a Europa. Como esos buques
traficantes llevaban siempre armamento, si en el viaje tropezaban con
un navío español que condujera carga valiosa, aprovechaban la opor-
tunidad y lo atacaban.
Con su enorme poderío naval y su desarrollo económico, Holanda,
que figuraba entre los imperios nacientes de Europa, decidió lanzarse
a la conquista de tierras en el Caribe y empezó por donde habían fra-
casado los ingleses en 1598; esto es, por Puerto Rico.
El 24 de septiembre de 1625 los vigías del Morro de San Juan avis-
taron ocho navíos sospechosos; y efectivamente lo eran, porque forma-
ban parte de una armada de 17 que llevaba 2,500 hombres al mando
de Bowdoin Hendrick –Henrico para los españoles–, que se dirigía a la
isla con el propósito de tomarla. Esos holandeses eran marinos extraor-
dinarios. En una maniobra sorprendente, sus navíos entraron en la
bahía de San Juan sin detenerse un minuto, y tan pronto entraron se
dirigieron derechamente a tierra y desembarcaron sus tropas. El gober-
nador español no se dejó amilanar por la pericia y la decisión de los
invasores; ordenó la evacuación inmediata de lo que hoy llamamos la
población civil y concentró en el Morro a los hombres capaces de com-
batir. Al mismo tiempo organizó el acarreo hacia el Morro de todo lo

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