La Revolución norteamericana y sus resultados en el Caribe

AutorJuan Bosch
Páginas401-428
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Paz, verdadera paz, no la hubo nunca en el Caribe, y no podía haberla
mientras sus territorios fueran dependencias de imperios europeos que
tenían intereses ajenos a los de los pueblos del Caribe y que vivían
chocando entre sí y llevando esos choques a la región.
En 1763 se había firmado el tratado de París y, sin embargo, en 1764
estaban produciéndose en el Caribe incidentes serios, tan serios que
por sí solos podían provocar una guerra; encuentros entre franceses e
ingleses y entre éstos y españoles, y también sublevaciones de negros
y de indios, de las cuales nos ocuparemos en el próximo capítulo.
Pero la guerra a fondo y, por cierto, una guerra en la que la Gran
Bretaña estuvo a punto de perder todas sus posesiones en la región,
vino a desatarse cuando Francia y España decidieron reconocer la in-
dependencia de las colonias norteamericanas que se habían rebelado
contra el poder inglés. Ese reconocimiento implicaba también ayuda
para mantener la independencia.
Hay dos razones que sirven para explicar la actitud de los gobier-
nos de París y Madrid acerca de la revolución norteamericana: la
primera, que todo lo que podía contribuir a debilitar a la Gran Bretaña
era conveniente en principio para franceses y españoles, que aspira-
ban a disminuir el poderío británico porque tras él actuaba la prepo-
tente burguesía inglesa, que era su competidora más fuerte en Europa
y en América; la segunda, que la independencia de las colonias nor-
teamericanas debía necesariamente favorecer los intereses de Francia
en el Caribe, y Francia y España tenían ante los ingleses una política
común.
Capítulo XIV
La Revolución norteamericana y sus resultados en el Caribe
Juan Bosch402
El 6 de febrero de 1778 Francia firmó con los recién nacidos Estados
Unidos un tratado secreto de amistad y comercio en el que se incluía
el reconocimiento de la independencia de las antiguas colonias ingle-
sas y se establecía, además, una alianza defensiva, lo que implicaba un
serio revés para la Gran Bretaña y sobre todo para los ingleses que te-
nían intereses en esas colonias. Esa última parte del tratado no iba a
quedarse en palabras. El tratado fue firmado el 6 de febrero y el 13 de
abril salía de Francia una flota que iba a operar en aguas de América
del Norte. Por su parte, España estaba dando ayuda a los norteameri-
canos desde el año anterior; ayuda política y económica, por cierto
bastante fuerte, a través de Arthur Lee, que era representante oficioso
en España del flamante gobierno revolucionario de Norteamérica.
Viene bien explicar en unos párrafos por qué la independencia
norteamericana era tan importante para los intereses de Francia en el
Caribe.
El com ercio de las col onias de Nort eamér ica con los terr i-
torios franceses del Caribe se había desarrollado grandemente en los
años anteriores a la guerra. Se había desarrollado igualmente mucho
con las posesiones españolas de la región, pero más bien de una ma-
nera indirecta; por ejemplo, Santo Domingo compraba en Haití herra-
mientas de Norteamérica y compraba otros productos del mismo ori-
gen en la colonia danesa de Santomas, que había sido declarada
puerto libre en 1764. Pero el comercio importante era el que los norte-
americanos hacían con las islas francesas. Ya vimos en el capítulo an-
terior lo que había dicho el almirante Knowles acerca de ese comercio
en el caso de Martinica, y sabemos que otro tanto sucedía con Haití,
donde los norteamericanos se abastecían de azúcares y melazas, algo-
dón y rones.
Los intereses coloniales de Francia en el Caribe estaban tan estre-
chamente vinculados a los de las colonias norteamericanas que una
ruptura de esos vínculos impuesta por la guerra de los primeros contra
Inglaterra podía ser de consecuencias desastrosas para los capitalistas
franceses que invertían en esos territorios, y esa ruptura podía produ-
cirse si la guerra era ganada por los ingleses, cosa que parecía lógica.
En cambio, la independencia de las colonias podía resultar en una
ampliación de las relaciones comerciales y, por tanto, en ventajas para

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