Rusia desde la Nueva Política Económica hasta el Plan Quinquenal

AutorGeorge Douglas Howard Cole
Cargo del AutorTeórico político inglés y un socialista crítico
Páginas122-182
V. RUSIA DESDE LA NUEVA POLÍTICA
ECONÓMICA HASTA EL PLAN
QUINQUENAL
LA ETAPA de la guerra civil en Rusia —1919 y 1920— es descrita
generalmente como la del “comunismo de guerra”, cuando todo
debía subordinarse a las necesidades del Ejército Rojo y a asegurar
un suministro suficiente de alimentos para las fuerzas armadas y los
habitantes de las ciudades a fin de evitar la disolución del régimen
soviético. Cuando terminó la guerra civil con la derrota definitiva de
Vránguel en los meses finales de 1920, se hizo necesario considerar
sin demora cómo habían de modificarse la estructura y los órganos
de control del gobierno para adaptarlos a las tareas de la
consolidación y el desarrollo internos. Los problemas inmediatos,
enormemente urgentes, eran disminuir el gran descontento entre los
campesinos —que no había llegado a convertirse en una rebelión en
forma sólo porque los Blancos se habían hecho aún más odiosos
para los campesinos que los bolcheviques que requisaban alimentos
y restablecer la producción en el campo y en las industrias que
habían sufrido duramente bajo el impacto de la guerra civil. Era
imperativo encontrar la manera de inducir a los campesinos a
producir más alimentos y enviar éstos en mayor cantidad a las
ciudades sin proseguir con las drásticas requisiciones practicadas
durante el comunismo de guerra, así como empezar a construir una
estructura económica que hiciera posible proceder rápidamente a la
industrialización, haciendo al mismo tiempo lo posible por disponer
de más bienes de consumo para intercambiarlos con los
campesinos por comida y otros productos agrícolas.
Había también el problema, íntimamente relacionado con lo
anterior, de lo que debía hacerse con el Ejército Rojo, o más bien
con la parte de éste que no se necesitaba ya para el servicio militar
inmediato. Durante la guerra civil había sido necesario reclutar para
el Ejército Rojo a gran número de militantes del proletariado
industrial, aun al precio de un serio debilitamiento del frente laboral,
y muchos de ellos habían muerto o quedado incapacitados en la
lucha. El Ejército Rojo, sin embargo, había servido también como
importante campo de entrenamiento para nuevos reclutas del
comunismo procedentes de la masa del campesinado, y se había
convertido no sólo en una fuerza altamente eficiente y disciplinada,
sino en un gran instrumento potencial de la propaganda y la
administración comunistas. Había que decidir si debía licenciarse a
la parte del ejército de la que podía prescindirse para el servicio
militar, permitiéndosele integrarse a la masa general de la población,
o si debía mantenerse tal como estaba, empleándola en algunas de
las urgentes tareas de la reconstrucción civil y quizás, además,
colocar a los miembros del Ejército Rojo que habían demostrado ser
capaces y dignos de confianza en posiciones clave en la
organización civil, especialmente en los sindicatos.
Trotsky, el principal creador y jefe del Ejército Rojo, se mostraba
partidario de la segunda de esas políticas. Quería conservarlo
intacto y utilizarlo para la ejecución de grandes empresas civiles
bajo la disciplina militar, y propuso también que sus hombres fueran
reclutados en grandes contingentes para la administración y,
especialmente, para puestos clave en los sindicatos a fin de
fortalecer el sistema administrativo y asegurar que éstos se
convirtieran en auxiliares valiosos del gobierno soviético y del
partido en la realización de las tareas urgentes de la reconstrucción
económica. Trotsky no dudó en proponer esa “militarización” en el
terreno de las grandes empresas de reconstrucción económica ni en
desear imponer a los militantes del Ejército Rojo en los sindicatos,
aun en contra del deseo de los dirigentes y de los miembros de
éstos. Pensaba en la utilidad de los grandes y disciplinados
“ejércitos laborales” para las tareas inmensas de la reconstrucción
de la devastada estructura del transporte —líneas ferroviarias,
puentes, caminos, canales— y desconfiaba mucho de los sindicatos,
donde mencheviques y social-revolucionarios ejercían todavía una
considerable influencia y donde se exigía entonces enérgicamente
el “control por los trabajadores” y la democracia interna, una vez
aflojada la presión de las condiciones bélicas. Además, aunque
había terminado la guerra civil, en su opinión era demasiado pronto
para afirmar que no iba a necesitarse toda la fuerza del Ejército Rojo
en una futura lucha —cuando no en resistir a nuevas rebeliones o a
intervenciones en la misma Rusia—, para ir en ayuda de la
revolución cuando ésta se declarara en otros países, por ejemplo,
en Alemania.
Sin embargo, esta política de Trotsky fue rechazada. Lenin
mismo se enfrentó a ella aun antes de que anunciara la Nueva
Política Económica (Nóvaia Ekonomícheskaia Polítika, o NEP) en
marzo de 1921. Se utilizó considerablemente durante un tiempo a
las unidades del Ejército Rojo para labores civiles urgentes; pero no
se hizo intento alguno de colocar a sus hombres en posiciones clave
ni en los sindicatos ni en la maquinaria administrativa —aunque, por
supuesto, muchos de ellos se abrieron paso a esos puestos—. En
opinión de Lenin, la necesidad suprema en los primeros meses de
1921 era ejecutar una retirada estratégica de las rigurosas medidas
que la guerra civil había impuesto al gobierno bolchevique, tanto
para aliviar el descontento campesino como para restringir dentro de
más estrechos límites las responsabilidades directas del gobierno en
el terreno económico. La guerra civil, señalaba, había hecho
inevitable que el Estado soviético asumiera plenamente el control de
una parte mucho mayor de la economía de lo que hubieran deseado
sus dirigentes y aun de lo que estaban en posibilidad de controlar

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR