Los movimientos obreros en América Latina desde 1914 hasta principios de los treinta

AutorGeorge Douglas Howard Cole
Cargo del AutorTeórico político inglés y un socialista crítico
Páginas355-383
XII. LOS MOVIMIENTOS OBREROS
EN AMÉRICA LATINA DESDE 1914
HASTA PRINCIPIOS DE LOS TREINTA
EN EL volumen IV de esta obra hice el intento de presentar un
cuadro general del desarrollo del socialismo en América Latina
hasta 1914; algunos aspectos de la historia fueron más allá de esa
fecha por la gran dificultad con que tropecé para encontrar un límite
conveniente.1 Ahora me encuentro con una dificultad semejante,
pues resulta casi imposible hacer un claro recuento de los sucesos
que ocurrieron en los años veinte sin prolongarlo hasta una parte de
la década de los treinta. La primera Guerra Mundial y la Revolución
rusa de 1917 tuvieron una profunda influencia en los movimientos
obreros de los países latinoamericanos; pero esa influencia se sintió
muy diversamente en los distintos países, y sus principales
consecuencias apenas habían empezado a mostrarse en la fecha —
1931 aproximadamente— en que debe detenerse este volumen.
Seré breve, por tanto, y dejaré un análisis más completo para el
próximo, si vivo lo suficiente para escribirlo.
El primer gran impacto de la guerra de 1914-1918 se sintió en el
descenso de las importaciones y de la inversión de capitales —así
como de la inmigración— de Europa. La escasez de bienes de
consumo europeos obligó a los países latinoamericanos a
desarrollar sus propias industrias ligeras, especialmente las textiles,
y éstas contribuyeron a favorecer la industrialización —más en la
industria ligera que en la pesada—. Hubo también una creciente
sustitución de la inversión europea por la estadunidense, que hasta
1914 había sido relativamente escasa excepto en México y otros
países de América Central, y la influencia de ese capital fue un
factor poderoso para estimular los sentimientos de nacionalismo
económico, mientras que, al mismo tiempo, la disminución de la
inversión de la Gran Bretaña debilitó la influencia de esa nación aun
en Argentina, que había tenido muy estrechos lazos con su mercado
y atraído de allí la mayor parte del capital invertido en ferrocarriles y
servicios de utilidad pública.
Después de la entrada de los Estados Unidos en la guerra en
1917, muchos países latinoamericanos fueron inducidos a
abandonar su neutralidad y a unirse a los Aliados. Hasta entonces
habían prevalecido intensas divisiones, tendiendo muchos
latinoamericanos a simpatizar con las potencias del Eje, cuyos
agentes se habían mostrado muy activos. A través de los
movimientos de izquierda, la Revolución rusa ejerció una poderosa
influencia. Hasta entonces, como hemos visto, la influencia
predominante sobre el movimiento obrero en casi toda
Latinoamérica había sido anarcosindicalista más que
socialdemócrata, aunque ya antes de 1914 los anarcosindicalistas
habían empezado a perder terreno dondequiera que la producción
artesanal en pequeño era sustituida por la contratación de
trabajadores en gran escala. Con la Revolución rusa y más aún
después de que la Tercera Internacional empezó, desde 1920, a
interesarse activamente en la causa de la revolución mundial, no
sólo los elementos de izquierda de los partidos socialistas, sino
también muchos ex anarquistas y sindicalistas radicales se hicieron
comunistas. Se crearon partidos comunistas en muchos países
latinoamericanos y la influencia del comunismo se hizo poderosa en
muchos movimientos sindicales, la mayoría de los cuales estaban
todavía en una etapa embrionaria. No es fácil medir la fuerza real de
esos movimientos comunistas —o que fueron dominados por los
comunistas en un momento dado— porque, especialmente en el
terreno sindical, los comunistas se hicieron maestros en el arte de

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