Australia y Nueva Zelanda

AutorGeorge Douglas Howard Cole
Cargo del AutorTeórico político inglés y un socialista crítico
Páginas444-461
XVI. AUSTRALIA Y NUEVA ZELANDA
AUSTRALIA
Cuando estalló la primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, había
gobiernos laboristas en la mayoría de los estados de la
Commonwealth de Australia, y al mes siguiente Andrew Fisher
(1862-1928) asumió de nuevo el cargo de primer ministro de la
mancomunidad. Cuando Fisher renunció en octubre de 1915 y fue a
Londres como representante de la Commonwealth, su sucesor a la
cabeza del gobierno laborista fue William Morris Hughes (1862-
1952), del que ya se ha hablado en relación con los inicios de su
carrera en el volumen IV de esta historia.1 El Partido Laborista
apoyó en un principio la guerra, frente a la enérgica oposición de los
seguidores de los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) y de
una sección de los sindicatos que estaba bajo la influencia de éstos.
Desde su establecimiento en Australia en 1907, los IWW, dirigidos
por Tom Barker, habían abogado vigorosamente por un programa de
sindicalismo industrial —con el “gran sindicato único” como objetivo
final— y realizado una campaña cada vez más intensa contra el
sistema de arbitraje favorecido por el Partido Laborista y los
moderados de los sindicatos. Las duras sentencias impuestas a los
dirigentes de izquierda en relación con las huelgas y cierres
patronales de Broken Hill de 1908-1909, así como con la disputa de
Brisbane de 1912, habían despertado fuertes sentimientos de
protesta. La influencia de los IWW había aumentado, aunque nunca
reunieron a un gran número de miembros ni se acercaron a la
realización práctica del proyecto de sindicato único. Lo que ayudó a
lograr su propaganda fue cierta aglutinación de los sindicatos en
organizaciones laborales más amplias, y con ello un fortalecimiento
del sentimiento en favor de una solidaridad de clase más estrecha.
El convencimiento de que se necesitaba una mayor unidad ganó
terreno también en el campo político, y en 1915 el Partido Laborista
australiano estableció por primera vez un Ejecutivo Federal,
integrado por representantes de los partidos laboristas de los
diversos estados. Ello, sin embargo, no contribuyó a salvar el
abismo existente entre el ala derecha y la izquierda; por el contrario,
ese abismo se ahondó con las diferencias en torno a la cuestión
bélica. A fines de 1916 el propio Partido Laborista se había dividido
por el problema de la conscripción militar para prestar servicio en
ultramar, y el gobierno de Hughes, reconstituido como coalición
antilaborista, se había propuesto destruir la organización de los IWW
proscribiéndola de acuerdo con la Ley de Asociaciones Ilegales y
persiguiendo a los líderes de izquierda contrarios a la causa bélica.
Desde ese momento Hughes se acercó cada vez más a Lloyd
George en la política de “llevar la lucha hasta el final” contra los
alemanes, fue designado miembro del gabinete de guerra británico y
emprendió en Australia una dura batalla no sólo contra la izquierda
sindical, sino también contra sus ex colegas del Partido Laborista
que se habían negado a apoyarlo en la cuestión de la conscripción.
Aun antes de 1914 el gobierno de Fisher había introducido en
Australia un sistema de servicio militar obligatorio, pero no se podía
forzar a nadie a prestarlo fuera del continente. Las tropas
australianas que sirvieron en Europa estuvieron integradas por
voluntarios, y a medida que continuó la guerra y creció la demanda
de soldados fue más difícil llenar las filas de esos contingentes.
Hughes propuso, en consecuencia, cuando era todavía primer
ministro laborista, aplicar la conscripción obligatoria para ese
propósito, y logró persuadir a sus colegas para que se sometiera la
cuestión a un referéndum entre los electores. El referéndum, que
dividió hondamente al Partido Laborista en el Parlamento de la

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