Jorge Luis Borges

AutorJosé E. Iturriaga
Páginas67-77
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Borges no parece pertencer al género humano sino al luzbeleano. Poseído
del demonio de la gloria —que intenta disfrazar con falsa modestia—, lanza
su espada flamígera contra tirios y troyanos. Puesto a elegir entre ser feli-
grés de algo o iconoclasta de todo, no titubea: opta por lo segundo. Si no
fuera un escritor de ese rango, diríase que Borges busca afirmarse negan-
do a los demás. Pero no: su gran valimiento cree enriquecerlo derribando
ídolos consagrados, muchos de los cuales poseen una estatura semejante
o mayor que la de él. Ubicado en el Olimpo de los elegidos, no le preocupa
armarse o no de sindéresis para emitir opiniones desenvueltas sobre polí-
tica. A menudo cae en aberrantes contradicciones por ello.
Hoy día, padecemos una asediante tiranía del marbete, afanosa de col-
gar un ismo en el cuello de quien tiene hábitos intelectuales, así como una
exigencia para que éste se defina, con olvido de que no es fácil portar un
carné de afiliación partidista. No es que no haya que definirse, esa elusión
tiene sus límites. Pero Borges no se confina en ningún ismo. Desprecia a
los más opuestos, o bien, los adopta. Habría que ser muy comprensivo e
indulgente ante el talento caprichoso del genial escritor argentino.
Creador de literatura fantástica, su mente no se orienta al análisis rigu-
roso y sistemático de las cosas, sino a la imaginación. Por eso desprecia el
Jorge Luis Borges*
* Texto extraído —y revisado por el autor para darle unidad al estilo— de la entrevista
realizada por Aída Reboredo a José E. Iturriaga publicada en el periódico Unomásuno el 27 de
abril de 1980.

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