Alfonso Caso

AutorJosé E. Iturriaga
Páginas117-126
117
Al recordar la muerte de tan ilustre maestro, escribí estas líneas:
El maestro Alfonso Caso me invitó a colaborar con él en los primeros
días de diciembre de hace 30 años. Acepté, no sin pedir licencia temporal
sin sueldo a Nacional Financiera, de la cual fui empleado fundador. Traba-
jé al lado del maestro Caso como director de Inspección de Dependen cias
en instituciones federales durante más de un año en que don Alfonso es-
tuvo al frente de esa Secretaría.
Regresé a Nafinsa y mantuve sin embargo una mayor amistad con don
Alfonso, hombre que ganaba en estatura intelectual y en grandeza moral
con la proximidad.
A lo largo de varios años solíamos, mi mujer y yo, vernos los domingos
en su casa y la de doña María Lombardo Toledano —su inteligente esposa—
para jugar canasta uruguaya, antes y después de la cena. Constituíamos
don Alfonso y yo un par invencible. Toño Castro Leal —tan letrado como
erudito— hacía pareja contraria a la nuestra, a veces con Torres Bodet y
otras con el doctor Morones Prieto.
Nunca vi a nadie más apasionado en el juego ni con la mayor alegría a
la hora del triunfo: parecía don Alfonso un niño cuando nuestros oponen-
tes nos daban el pozo. No volví a jugar desde entonces canasta.
A la hora de la cena se conversaba sobre diversos tópicos. Por aquellos
años había salido de las prensas mexicanas un libro de Jacques Soustelle,
Alfonso Caso*
* Artículo titulado “Perfil de don Alfonso Caso”, publicado en El Gallo Ilustrado, suplemen-
to dominical de El Día, el 21 de diciembre de 1976.

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