Deliberación y medios de comunicación: los atavíos de la reforma político-electoral

AutorDra. Tania Celina Vásquez Muñoz
Páginas61-81

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Introducción

En las democracias políticas los medios de comunicación representan el espacio mediante el cual se desarrolla el conglomerado de información y expresión política de los ciudadanos, sin embargo, en ciertos casos el contenido en los medios no suele ser político, es decir, no atiende a un carácter de interés público sino privado. Todas las instituciones, poderes fácticos, ciudadanos y gobiernos confluyen constantemente en los medios de comunicación, hacen uso de ellos y desarrollan la opinión pública necesaria para la construcción ideológica del régimen. Bajo esta consideración, no debe olvidarse que los medios de comunicación y la política mantienen una estrecha pero voluble relación.

En este sentido, la construcción de un debate público para la ciudadanía, capaz de filtrar la información mediática, ha sido uno de los objetivos más importantes para la consolidación de las democracias. Sin embargo, la configuración del debate se enfrenta a desviaciones que ponen en riesgo la objetividad y el interés común de la información pública. Así, la racionalidad en la información es uno de los instrumentos más importantes para generar en el individuo esquemas autónomos capaces de discernir la calidad mediática, o al menos, idealmente, así debería ser. Es en este punto donde la deliberación se inserta como aquella capacidad de filtrar la

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información externa, racionalizarla y expresar argumentos en la forma de un debate público.

Aunado a la deliberación, la expresión es una pieza de coadyuva a la construcción del debate, pues una ciudadana que se expresa libre y equitativamente puede escuchar, a su vez, la expresión de los demás, generando parámetros de confrontación discursiva que permiten decidir sobre la mejor información. Para analizar el papel que juega la libertad de expresión en la construcción de la deliberación será necesario remitirse a la relación entre la opinión pública y los medios de comunicación, pues éstos están en constante disposición para incidir en el pensamiento colectivo de la ciudadanía. No obstante, la forma que los gobiernos organicen el poder público influye sobremanera en el flujo de la información, de la opinión pública y hasta cierto punto, de la deliberación. Es así, por ejemplo, que en los gobiernos democráticos liberales los medios se desarrollen bajo un esquema plural, tanto de los emisores de la información como de la calidad de su información. Aunado a esto, la configuración legal de los estados determinará los cauces para la libertad de expresión y los demás derechos que resulten de ella.

Bajo este esquema de la construcción democrática del diálogo, y su reproducción en los medios de comunicación, se desarrolla el objetivo del presente trabajo. Asimismo, estos vínculos teóricos se analizarán en la reciente coyuntura de la Reforma Político-Electoral, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de febrero de 2014. Es importante señalar que la justificación que encuentra este texto se remite a la importante relación que guarda la comunicación política con la dimensión electoral, pues diversas disposiciones en la materia comicial han repercutido en la libertad de expresión de los aspirantes a un cargo popular, su influjo en los medios de comunicación y a su vez, en la opinión pública del electorado. Por estas razones, la

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relación entre la deliberación y los medios de comunicación será un tema que delineará la estructura de este artículo.

1. Deliberación y democracia

La configuración de la palabra ha caracterizado los principios básicos de la democracia: libertad e igualdad. Así, la forma en que se expresen los ciudadanos, el desarrollo del diálogo y las facilidades para el debate público caracterizan en buena medida la forma democrática de los estados. Un gobierno que no garantice estas cuestiones, aún con características democráticas como las elecciones libres, podrá caracterizarse como un régimen totalitario. Caso contrario, los gobiernos que garanticen -procedimental y sustantivamente- la libertad de expresión mejorarán la calidad del debate público y otorgarán más y mejores herramientas para los procesos deliberativos, cuestiones fundamentales en las democracias modernas.

Sin embargo, más allá de esta consideración, los medios de comunicación determinan el flujo y, sobre todo, la calidad de la información entre los ciudadanos. En este sentido, los medios desarrollados en democracias liberales se configuran bajo esquemas plurales que garantizan la libertad de expresión en los usos y advierten también, el abuso que puede existir en ella. En los modelos totalitarios, por otra parte, los medios se adecuan al régimen en turno, convirtiéndose prácticamente en el portavoz de los gobiernos, la oficialidad en la información dificulta la aparición de modelos comunicativos alternos y repercute en la pluralidad de ideas. Por esta razón, una de las partes primordiales del debate público en las democracias es la aparición y desarrollo del disenso.

A diferencia de lo que pudiera pensarse, el consenso no es una característica inherente de las democracias liberales, pues en la pluralidad de condiciones se facilita el desarrollo de los argumentos "disidentes". Esta es precisamente la materia

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prima de la deliberación: diferentes fuentes de información, racionalidad en el debate y confrontación de distintos argumentos. El resultado de este proceso regresa a los inicios de la libertad de expresión, pero ahora, se advierte una mejoría en la calidad de la misma. Esta diversidad discursiva es necesaria para la toma de decisiones públicas, tal y como lo sostiene Miguel Carbonell (2004, pág. 5):

"La posibilidad de que todas las personas participen en las decisiones públicas de los bienes más preciados para una sociedad, constituye el presupuesto necesario para la construcción de una ‘racionalidad’ discursiva (Habermas), que permita la generación de consensos y la toma de decisiones entre los componentes de los grupos sociales, pero que también constituya un cauce para la expresión de los disensos, que en la democracia son tan naturales (y necesarios) como los acuerdos."

La pertinencia del análisis del consenso y disenso recae en la construcción del ciudadano, construcción ideológica y material necesaria para su inserción en el sistema democrático. Empero, será necesario que el individuo tenga la capacidad para expresarse libremente y ser parte de las decisiones públicas. En este orden de ideas, el debate público también constituye un esquema de formación para el ciudadano, pues se considera una fuente de interés en los asuntos políticos. Al final de todo proceso deliberativo, el resultado está en la creación de una opinión pública, piedra angular de un debate democrático, a decir de Carbonell (2004, pág. 5): "el intercambio de opiniones e informaciones que se origina con la discusión pública contribuye a formar la opinión personal, la cual, al juntarse con las de los demás integrantes de la comunidad, conforma la opinión pública (a través, entre otros, de los canales de la democracia representativa)."

Que la diversidad en el debate público configure nuevas formas de participación política en los modelos democráticos trae como resultado cambios importantes en la cultura política de los ciudadanos. Pero cabe precisar, que dicha cultura política está influida por el marco institucional que facilita o inhibe la deliberación, en esta tesitura, el desarrollo del modelo deliberativo "debe estar ligado a un marco político que

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facilite la discusión pública entre ciudadanos iguales al ofrecer condiciones favorables a la libre expresión, la libre asociación y la libre discusión" (Cansino, 2005, pág. 40). Este marco político se regula desde la legislación nacional, donde cuestiones fundamentales del debate, como la libertad de expresión se encuentran garantizadas en el artículo 6 de la Carta Magna.

Una condición especial para el modelo deliberativo se encuentra en la reciente Reforma Político-Electoral, pues en el artículo 26 constitucional se sostiene que "... La planeación será democrática y deliberativa. Mediante los mecanismos de participación que establezca la ley, recogerá las aspiraciones y demandas de la sociedad para incorporarlas al plan y los programas de desarrollo..." (Diario Oficial de la Federación 10 de febrero de 2014) Aunque esta condición esté, en cierto sentido, distante del modelo comunicativo, es importante hacerlo notar pues constituye uno de los primeros esfuerzos por incluir el modelo deliberativo en la Constitución Política. De esta forma, el texto constitucional le otorga a la libertad de expresión una trascendencia en la toma de decisiones públicas.

Este es un referente primordial para la capacitación ciudadana toda vez que se advierten complejas formas de participación ciudadana, y posteriormente, los ciudadanos más capacitados podrán hacer mejor uso de la información que...

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