Prólogo psiquiátrico-forense de la obra

AutorDr. Josep Solé Puig
Páginas17-19

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Dr. Josep Solé Puig

Doctor en Medicina, Psiquiatra, Coordinador del Área de Adicciones del Hospital Benito Menni en Sant Boi de Llobregat (Barcelona).

Veinte años después del atlas criminológico del Dr. Font Riera, bien puede decirse que la psicología y psiquiatría forenses de nuestro país tienen la suerte de ver aparecer la mejor actualización posible: la que nos ofrece el Dr. Bernat-N. Tiffon y que el lector tiene en sus manos.

Esta obra va más allá de una puesta al día, ya que el autor selecciona los casos más ilustrativos del mencionado atlas y añade su propia casuística, recogida a lo largo de años de reconocido lideraz-go profesional en el ámbito psicológico-forense español. El resultado iconográfico así obtenido es, digámoslo ya de entrada, excepcional, y como no podía ser de otra manera dado el objeto de estudio, es también sobrecogedor. Por muy avezados que los técnicos estemos en presenciar la escena del crimen, nos es humanamente imposible blindarnos por completo ante imágenes como las que este atlas criminológico ofrece. Por supuesto que lo intentamos y las más de las veces los conseguimos en buena parte. Pero no del todo, cosa bien comprensible. Psicólogos y médicos ejercemos desde la empatía, nos ponemos en la piel de nuestros pacientes. Solo así podemos ayudar

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a las personas en toda su complejidad. Y esa complejidad, ya se sabe, entraña la posible perpetración de la muerte, en uno mismo y en los demás.

Se han escrito ríos de tinta sobre la agresividad, demasiadas veces letal, del ser humano. Dar muerte a alguien o dársela a sí mismo está al alcance de casi todos, una realidad que está ahí y por fuerza constituye una preocupación profunda de toda la sociedad. Los profesionales de la salud mental nos hemos esforzado desde los albores de la psiquiatría -el Dr. Bernat-N. Tiffon lo recuerda en su oportuna introducción- en desentrañar los vericuetos de la locura, con el doble afán de sanar al enfermo y de prevenir la enfermedad. En el ámbito de la ayuda entre seres humanos, ello se traduce en intentar socorrer no solo a la víctima sino también al agresor y además, específicamente, intentar la prevención de la violencia y el suicidio. Es obvio que este último objetivo es huidizo y difícil de alcanzar. La posibilidad de que un paciente se quite la vida es la pesadilla de un profesional de la salud mental. Las más de las veces, la víctima de un suicidio consumado ha sido diagnosticada -al respecto véanse los...

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