Saint-Simon

AutorGeorge Douglas Howard Cole
Cargo del AutorTeórico político inglés y un socialista crítico
Páginas49-64
III. SAINT-SIMON
DESPUÉS de la obra de Paine y de Godwin y de estallar el primer
movimiento comunista moderno bajo la dirección de Gracchus
Babeuf, los siguientes desarrollos de importancia de la teoría del
socialismo se produjeron en Francia bajo el gobierno de Napoleón.
Luego de haber sido dominada la Conspiración de los Iguales,
durante algún tiempo no fue posible ningún movimiento práctico que
apelara principalmente a las clases obreras, y ninguno de los dos
hombres que en general se consideran fundadores del socialismo
moderno hicieron intento alguno de iniciar un movimiento así o
concebido como una llamada a un partido en el que predominarían
los proletarios. Estos dos hombres, Claude-Henri de Rouvroy, conde
de Saint-Simon (1760-1825), y François- Marie-Charles Fourier
(1772-1837), comparten con Robert Owen la denominación general
de socialistas utópicos, la cual, hemos visto, también se ha
extendido a algunos teóricos del siglo XVIII. Eran, sin embargo,
esencialmente teóricos del periodo que siguió a la Revolución
francesa, a la que consideraban —sobre todo Saint-Simon—
momento capital en el desarrollo histórico que exigía plantear de
una manera nueva todo el problema de la organización social. Es
muy posible que se objete que ni Fourier ni Saint-Simon, como
tampoco Godwin ni Paine, pueden propiamente llamarse socialistas
en el sentido en que en general se emplea ahora esta palabra:
Fourier, porque su doctrina se basa en la asociación voluntaria y no
en la acción del Estado y por haber sido más bien un precursor del
cooperativismo que de las ideas socialistas modernas, y Saint-
Simon porque, aunque exigía con gran fuerza una sociedad
colectivamente planificada, nunca pensó que el socialismo implicase
una lucha de clases entre patrones capitalistas y obreros, sino más
bien consideraba a estas dos clases, que reunía bajo el nombre de
los industriales, portadoras de un interés común en contra de los
ociosos, la clase rica, ociosa, representada en primer lugar por la
nobleza y los militares.
Sin embargo, es completamente imposible prescindir de Fourier
o de Saint-Simon al historiar el desarrollo socialista porque, fuesen o
no socialistas, es indudable que los dos inspiraron muchas ideas
socialistas posteriores.
Empecemos con el más antiguo de los dos, Saint-Simon. Importa
poner en claro desde el principio que hay una gran diferencia entre
Saint-Simon y los sansimonianos —la “escuela” fundada por
Enfantin, Bazard y Rodrigues después de la muerte de Saint-Simon
—, y también, como veremos, entre algunos de los sansimonianos,
por ejemplo, entre Bazard y Enfantin y Pierre Leroux. La fase más
“socialista” del sansimonismo fue la que siguió inmediatamente a la
muerte del maestro, y parece que se debió sobre todo al influjo de
Bazard y Pierre Leroux. Bajo el ascendiente extraordinario de
Enfantin, el sansimonismo, durante cierto tiempo, llegó a ser una
religión mesiánica más que un credo político, y este elemento
persistió hasta el fin, aunque más tarde la parte económica de la
doctrina recobró su primera importancia. Respecto a lo que sigue a
continuación, téngase en cuenta que hablo sólo de Saint-Simon
mismo, y no de lo que después de su muerte vino a ser su doctrina
en manos de sus discípulos.
Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon, de la misma familia
que el famoso duque y quien se consideraba a mismo
descendiente directo de Carlomagno, empezó su carrera siendo un
aristócrata amante de la libertad. Luchó al lado de los
estadunidenses en su gesta de independencia, y después, volviendo
a Francia, dejó el ejército teniendo grado de coronel y emprendió la
que había de ser la obra de su vida. Ya en ese momento estaba
muy impresionado por lo necesario que es para el hombre aumentar
su poder sobre su medio ambiente. Mientras estaba aún en América
propuso al virrey de la Nueva España un proyecto para comunicar
los dos océanos mediante un canal, un tipo de obra que después de
su muerte habría de interesar mucho a sus partidarios. De regreso

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