Percepciones sobre la democracia y el sistema de partidos

AutorAlejandro Moreno
Páginas335-367
335
A lo largo de este libro se han analizado distintas variables que influyen en
la conducta electoral del mexicano. Algunas de ellas son rasgos de largo
plazo y otras influencias de corto término, pero todas se han considerado
para plantear un modelo de decisión de voto, es decir, una explicación lo
más cercana posible de ese trascendental fenómeno. La importancia del
voto radica en que la democracia, en su más mínima acepción posible, im-
plica la competencia por el poder mediante elecciones libres y limpias, con
la posibilidad de una participación abierta e incluyente (Schumpete r,
1942/1976; Lipset y Lakin, 2004). Bajo esos requerimientos mínimos, la
democracia es hoy una realidad en el país.
El votante mexicano, al emitir su sufragio, hace efectiva esa realidad.
Pero, ¿lo hace consciente de que está ejerciendo no sólo un derecho o un
deber cívico, sino también influyendo en la decisión de quién gobierna?
¿Qué opinan los mexicanos hoy en día acerca de la democracia? ¿Se ha
arraigado el concepto en la cultura política nacional? ¿Hay tal cosa como una
cultura política nacional? En las dos últimas elecciones presidenciales ha
votado la mayoría del electorado, y en la más reciente elección legislativa, la
de 2003, un poco más de 40 por ciento. En esas ocaciones, los votantes han
elegido entre las opciones políticas que se les presentan, que compiten por
su voto. Pero, ¿qué opinan los mexicanos acerca de los partidos, de los polí-
ticos, de las instituciones? ¿Qué percepciones predominan acerca del nuevo
sistema de partidos y de la manera como éste ha evolucionado? Más aún,
¿qué opinan los propios políticos acerca del sistema de partidos que se ha
gestado en las dos últimas décadas? ¿Que implicaciones para el futuro de
nuestra vida política como mexicanos tienen todas esas percepciones?
En este capítulo se intenta dar respuesta a este tipo de preguntas. El
propósito no es presentar un estudio exhaustivo sobre el estado actual de
Capítulo IX
Percepciones sobre la democracia
y el sistema de partidos
336
Alejandro Moreno
la cultura y los valores políticos de los mexicanos. Para eso hay otros tra-
bajos relativamente recientes que pueden suplir la información a quienes
sientan curiosidad al respecto (Camp, 2001; Moreno, 2001, 2002a; Moreno
y Méndez, 2002; Buendía y Moreno, 2004; Moreno, 2005; Coleman y Parás,
2006; Secretaría de Gobernación, 2003, 2005, 2007). Además, en los últi-
mos 10 años se han producido importantes obras que sitúan a la cultura
política mexicana en una perspectiva comparativa (Inglehart, 1990, 1997;
Inglehart y Baker, 2000; Inglehart y Welzel, 2005; Halman et al., 2008; In-
glehart, Nevitte y Basáñez, 2008). Muchos de esos trabajos se guían bajo
las prem isas establ ecidas en el estudi o pionero de Almond y Verba
(1963/1989), La cultura cív ica, en el cual se argumentó que las actitudes
masivas hacia la democracia estaban vinculadas con la estabilidad y el
funcionamiento de ese sistema político. A partir de ese estudio, la literatu-
ra sobre la cultura política de la democracia no sólo floreció de manera
importante, sino que, después de haber sido relegada por las crecientes
explicaciones racionalistas de la conducta política, se ha dado un resurgi-
miento de las explicaciones culturalistas en los últimos años.
Tanto en su etapa pionera como en su resurgimiento, los estudios de
la cultura cívica o democrática han establecido que las actitudes de los
ciudadanos se relacionan estrechamente con su ambiente político e insti-
tucional. Inglehart y Welzel (2005) ofrecen un listado de las investigaciones
más representativas de esa literatura e identifican tres enfoques dominan-
tes en la relación entre cultura y democracia. Dichos enfoques podrían
verse en un principio como complementarios, ya que uno se construye
sobre las premisas del anterior; pero la centralidad de sus variables clave
de hecho los hace, a juicio de Inglehart y Welzel, contrastantes y competi-
tivos entre sí:
La investigación sobre cultura política se divide en tres perspectivas teóri-
cas principales, y los seguidores de cada perspectiva enfatizan distintos
tipos de valores masivos como los más importantes en el fortalecimiento
de la democracia. A esas perspectivas las denominamos el enfoque de la
legitimidad (o perspectiva de apoyo al sistema), el enfoque comunitario (o
perspectiva de capital social) y el enfoque del desarrollo humano (o pers-
pectiva emancipadora) (Inglehart y Welzel, 2005: 247).
El enfoque de legitimidad, iniciado por David Easton a mediados del
siglo xx, establece que “todos los sistemas políticos necesitan legitimidad,
la cual obtienen si sus públicos apoyan a las instituciones específicas del
Percepciones sobre la democracia y el sistema de partidos
337
sistema y al sistema como un todo” (Inglehart y Welzel, 2005: 247). El en-
foque comunitario, en el cual se inscriben obras como la de Putnam (1993),
acepta la importancia del apoyo al sistema del enfoque anterior, pero “en-
fatiza los valores que vinculan a los ciudadanos a la vida pública cotidiana
y que fortalecen sus lazos sociales y su lealtad a la comunidad” (Inglehart y
Welzel, 2005: 247). Finalmente, la perspectiva de desarrollo humano, en la
cual los mismos Inglehart y Welzel se adscriben, también da por hecho
la importancia del apoyo al sistema y comparte la creencia en los valores
cívicos comunitarios, pero pone un mayor énfasis en la elección humana,
o human choice. Estos autores consideran que los valores más prodemo-
cráticos son emancipadores y resaltan la libertad la elección y la expresión
propia del individuo. “ Los valores emancipadores le dan prioridad a la li-
bertad individual sobre la disciplina colectiva, a la diversidad humana so-
bre la conformidad grupal, y a la autonomía cívica sobre la autoridad del
Estado” (Inglehart y Welzel, 2005: 248).
Estos tres enfoques han tenido recientemente importantes esfuerzos
de investigación empírica en México. Por ejemplo, el enfoque de la legiti-
mación ha tenido una vibrante productividad de reportes de América Lati-
na coordinados por Mitchell Seligson, por medio del Proyecto de Opinión
Pública Latinoamericana (LAPOP), incluidos un par de informes sobre Méxi-
co (Buendía y Moreno, 2004; Coleman y Parás, 2006). El enfoque de capital
social también tiene algunos trabajos que lo mantienen vigente en el país,
aunque casi todos ellos apuntan más a la falta de organización, al bajo nivel
de confianza social y a la mínima participación del mexicano en su entor-
no, lo cual ha tenido como resultado bajos niveles de trabajo voluntario por
vías formales (Layton, 2006; Butcher, 2007). La descripción que hizo Octa-
vio Paz desde mediados del siglo pasado acaso era un presagio en ese
sentido: más que un ser inmerso en redes sociales y que confía en los
demás, el mexicano suele encontrarse solo en su laberinto y suele guiarse
por una cultura de sospecha y desconfianza. Finalmente, la perspectiva de
desarrollo humano también se ha analizado en México por medio de la
Encuesta Mundial de Valores, la cual ha ofrecido una prueba empírica de
que el mexicano de hoy se siente más libre de elegir, pone un mayor énfa-
sis en las prioridades posmaterialistas y ha trazado una trayectoria de
cambio en sus valores hacia la autoexpresión (Moreno, 2005). En la gráfica
34 se muestra, por ejemplo, el aumento en el sentido de libertad que los
mexicanos experimentaron entre 1990 y 2005. Este aumento coincide con
cambios que reflejan procesos de apertura en lo político (la transformación

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR