Francisco I. Madero

AutorMartín Luis Guzmán
Páginas95-97
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Los héroes, lo mismo si surgen de l a realid ad que si viven en la fant asía,
son siempre hijos del alma de los pueblos. Propia mente hablando, nunc a
hubo héroes falsos: los hombres que se tornan hér oes son siempre hé-
roes, independientement e de su capacidad real y de sus actos y sus ide as.
Por esto los héroes no se discuten, o se d iscuten sólo dentro de su heroi-
cidad. Acaso se di ga: ¿cuál es la v irtud esencia l del héroe? ¿Cómo se le
conoce? ¿Quién la descubre? A estas pr egunta s responde apenas el ins-
tinto de los pueblos, y, natural mente, no con un avalora miento preciso, ni
un aná lisis, sino de ma nera sintética e i mperativa: con la fa ma. La fa ma
es el atributo her oico inconf undible.
Francisco I. M adero es un héroe. Héroe lo h izo el pueblo de México
desde el primer momento. Desconociendo en él esta esencia, a menudo se
le ha discutido como a si mple mortal, y de al lí que nadie hay a separado
hasta hoy a Madero héro e de Madero hombre, sino que, confu ndiendo al
uno con el otro, se persist a en el equívoco de engrandecer o destr uir al pri mero
con las cual idades o los defectos mortales del segu ndo. En Madero héroe,
inmort al e inta ngible, el pueblo de México ha querido simboliza r —encar-
nar más bien, hac iéndolos particul armente hum anos y activos— muchos
anhelos vagos, muchas espera nzas cont ra sus dolores. Madero es para
México la promesa donde se encierr a cuanto a Méx ico falta en el ca mino
de la tranqui lidad y la vent ura; el hombre que nos hubiera salvado; el
héroe que nos salva en nuestra i magin ación; el recipiente de la generosi-
Francisco I. Madero
Martín Luis Guzmán

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