Eclesiásticos, políticos y militares durante el primer año de la Guerra de Reforma

AutorMarta Eugenia García Ugarte
Páginas807-914
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A finales de enero de 1858, con Zuloaga como presidente del bando conserva-
dor y Juárez presidente constitucional, las fuerzas contendientes se prepararon
para la guerra. Al inicio del conflicto, la mayor parte de la república era con-
trolada por la coalición de los gobernadores opuestos al Plan de Tacubaya.
Entre ellos, Epitacio Huerta, en Michoacán, Anastasio Parrodi en Jalisco, Jesús
González Ortega en Zacatecas, Santiago Vidaurri en Coahuila, Manuel Doblado
en Guanajuato, el general José María Arteaga en Querétaro.2019 Por supuesto,
Manuel Gutiérrez Zamora en Veracruz, que fuera la sede del gobierno constitu-
cional al radicarse Juárez en esa capital, y con Santos Degollado en Michoacán,
Guerrero y Oaxaca. Gran fuerza dio a los constitucionalistas el control de los
puertos, porque les permitió disponer de los ingresos aduanales.2020 Su gran
debilidad fue carecer de un ejército regular. La mayoría de sus generales se
fueron haciendo durante la contienda. Los conservadores, en cambio, contaban
con generales diestros, acostumbrados a las campañas militares, como eran
Benito Haro, Luis Gonzaga Osollo, Miguel Miramón, Leonardo Márquez, To-
más Mejía, Miguel M. Echeagaray, Juan Vicario, José María Cobos, entre otros,
además de una distinguida oficialidad. A pesar de esa ventaja, enorme, afron-
taron graves dificultades que les impidieron vencer a los liberales.
Su gran debilidad en 1858 fue contar con un presidente incompetente,
tanto en el ámbito político como en el militar, y la pobreza de las arcas pú-
blicas que retrasaron las campañas. En diciembre, con el golpe de Estado que
destituyó a Zuloaga, aun cuando conservó el nombramiento de presidente
interino, y la designación de Miguel Miramón como sustituto, las dificulta-
2019 José María Arteaga había sido nombrado Comandante General de Querétaro el 9 de febrero
de 1857. Archivo de la Defensa Nacional. Fondo Cancelados. Expediente XI/III/1-22, del general
de División José María Arteaga.
2020 Vidaurri controlaba la frontera con Estados Unidos y los ingresos de Matamoros, otros
gobernadores controlaban el puerto de Tampico, el de Guaymas, Sonora, el de Mazatlán, Sinaloa,
Juan Álvarez Acapulco y L osada San Blas. Brian Hamnet, Juárez, op. cit., p. 120.
CAPÍ TULO I X
Eclesiásticos, políticos y militares durante
el primer año de la Guerra de Reforma
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des se acrecentaron. Fue una coyuntura singular que afectó el prestigio in-
ternacional de los conservadores y debilitó al sustituto, el general Miramón,
quien se vio obligado a cargar con el interino en sus campañas para evitar
sus intentos restauradores. En esas circunstancias, Miramón fue un presi-
dente dividido entre sus funciones políticas, como presidente, y militares,
como comandante en jefe del ejército liberador. Por otra parte, los militares
dividían sus lealtades entre los dos hombres fuertes del conservadurismo. De
esa manera, el segundo año de la guerra, 1859, se distinguió por el espíritu
de conspiración que dominaba entre las filas conservadoras. Sin duda, tam-
bién entre los liberales.
No obstante, en enero de 1858 las dificultades antes reseñadas estaban
fuera del horizonte conservador. El regocijo de todos, eclesiásticos, políticos y
militares, impedía sopesar la debilidad del triunfo: estaban en manos de un
hombre desconocido en la política, sin experiencia gubernamental, sin víncu-
los con la clase dirigente del país y, sobre todo, sin relación alguna con los lí-
deres del partido conservador. Solo el obispo de Puebla, Pelagio Antonio de
Labastida y Dávalos, por el conocimiento que tenía del país y por su cercanía
con los políticos, tanto liberales como conservadores y moderados, pudo apre-
ciar en toda su magnitud el error cometido. Zuloaga no era el hombre que las
circunstancias demandaban: el triunfo sería efímero.
Las acciones de la guerra
A finales de enero fueron nombrados los comandantes en jefe de las fuerzas
contendientes. Benito Juárez nombró al general Anastasio Parrodi y Zuloaga
al general Luis Gonzaga Osollo. Los enfrentamientos se iniciaron en febrero,
cuando ambos ejércitos se situaron en línea de ataque por la defensa de Celaya.
La estrategia de los liberales, según José Ma. Vigil, fue atraer al ejército con-
servador a la provincia, por eso Parrodi se había trasladado a Celaya.2021 Posi-
blemente fuera así. Pero también es cierto que la estrategia liberal coincidía
con la de los conservadores quienes no deseaban ser atacados en la ciudad de
México, la sede del poder conservador y de las representaciones diplomáticas.
Por eso buscaron proteger los caminos de acceso a la capital de la República,
ya fuera por Puebla, o por Querétaro, Toluca y Guanajuato. Las acciones de
armas les permitían proteger la estabilidad del gobierno conservador y exten-
der su influencia en el interior del país, que parecía dominado por la coalición.
2021 José María Vigil, op. cit., p. 286.
ECLESIÁSTICOS POLÍTICOS Y MILITARES ––––– 723
Ese mismo esfuerzo harían los liberales para defender Veracruz, desde el mes
de mayo asiento del gobierno liberal.
El esfuerzo de los conservadores y el de los liberales dio resultado. Tan es
así que Veracruz quedó invicta a pesar de la campaña del general Echeagaray
en 1858 y del asedio de Miramón en 1859 y 1860.2022 La aseveración se man-
tiene, aun cuando tal hazaña se debió al apoyo norteamericano. El intento del
general Miramón en febrero-marzo de 1860, de contar con el apoyo de los bar-
cos comandados por el contralmirante Tomás Marín, El general Miramón y el
Márquez de La Habana que fondearon en Antón Lizardo, fue frustrado por los
buques de guerra norteamericanos Wave, Indianota y Saratoga. El ataque, sor-
presivo, de los buques de guerra de Estados Unidos frustró el éxito del plan
fraguado por Miramón para dar la batalla definitiva sobre Veracruz.
La ciudad de México, antes del triunfo de los liberales en 1860, sólo fue
amenazada en dos ocasiones. La primera, cuando el general Miguel Blanco,
ocupó Tacubaya el 14 de octubre de 1858. Sus tropas ocuparon San Antonio
Abad, el Castillo de Chapultepec y las iglesias de San Pablo y la Merced en el
barrio de San Pablo. Los conservadores atacaron al general Blanco, lo obliga-
ron a retirarse de Tacubaya y más tarde de la sierra del Ajusco. En Huixcui-
lucan se vio obligado a dejar su artillería. El comandante de la compañía que
se había asentado en San Pablo murió en los enfrentamientos y “una compañía
entera fue capturada por las fuerzas conservadoras”.2023
El segundo intento tuvo lugar al año siguiente, el 18 de marzo, cuando San-
tos Degollado, siguiendo la misma ruta del general Blanco, ocupó Tacubaya y el
Castillo de Chapultepec.2024 Las fuerzas avanzaron hasta la calzada de Belén.
Degollado cometió el error de no atacar y continuar su avance hacia el centro de
la ciudad. Su dilación dio tiempo a la movilización de las fuerzas conservadores
para la defensa de la ciudad. Así lo hizo el general Tomás Mejía, quien avanzó
2022 Sólo menciono el asedio de Miguel Miramón, porque el general Echeagaray, a quien se
encomendó la campaña contra Veracruz desde mayo de 1858, prácticamente no efectuó ninguna
acción de guerra con ese propósito. Se conc entró en asediar el castillo de Perote, cuando podía
haberlo tomado porque contaba con mayor cantidad armas, parque y hombres. Pero no lo hizo.
Por su inactividad, el general Echeagaray, amigo de Comonfort y del go bernador de Veracruz,
Gutiérrez Zamora, fue acusado de contubernio con estos personajes. Esta indagación, importante
e interesante, sería preciso realizarla en los archivos de Veracruz y Puebla. De esa manera se trata
de una investigación abierta al futuro.
2023 Daniel S. Haworth, “Desde los Baluartes conservadores: la ciudad de México y la guerra
de reforma (1857-1860), en Relaciones , otoño, vol. 21, Número 84, El Colegio de Michoacán,
Zamora, pp. 95-132. Consultado en http://redalyc.uaemex.mx, el 19 de octubre 2007.
2024 Las fuerzas de Degollado integraban las de José María Arteaga, Ignacio Zaragoza, Manuel
Pueblita y Leandro Valle. Luis Reed Torres, El general Tomás Mejía frente a la Doctrina Monroe.
La Guerra de Reforma, la Intervención y el Imperio a través del Archivo inédito del caudillo conservador
queretano, México, Editorial Porrúa, S.A., 1989, p. 100.

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