Introducción

AutorMarta Eugenia García Ugarte
Páginas45-97
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Durante mucho tiempo la construcción de la historia política del siglo XIX
mexicano siguió los derroteros marcados por la historiografía triunfante, la
liberal, sin que se abordara la participación de los vencidos, los conservadores.
A finales de la década de los sesenta, Edmundo O’Gorman en su obra La su-
pervivencia política novohispana. Reflexiones sobre el monarquismo mexicano,1 in-
vitó a los estudiosos a superar ese vacío historiográfico y rescatar los proyectos
de los conservadores y los monárquicos. De esa forma se superaría la versión
maniquea de la historia que enaltecía a los liberales mientras condenaba al
olvido la historia de los conservadores.
Los primeros estudios elaborados con ese propósito se concentraron, como
es obvio, en el análisis del Segundo Imperio, el proyecto político más acabado
del Partido Conservador formado por Lucas Alamán en 1849. Uno de los pri-
meros historiadores en destacar el filón histórico que había en esa época fue
Martín Quirarte, en su Historiografía sobre el Imperio de Maximiliano.2 Este
autor destacaba que la participación de algunos de los intervencionistas mexi-
canos era fácil de seguir, como era el caso de José María Gutiérrez de Estrada.
Pero era más difícil seguir la trayectoria en Europa de Francisco de Paula
Arangois, Pelagio Antonio Labastida y Dávalos,3 Juan N. Almonte, Francisco
Miranda, Ignacio Aguilar y Marocho y Joaquín Velásquez de León.4
1 Edmundo O’Gorman, La supervivencia política novohispana. Reflexiones sobre el monarquis-
mo mexicano (México: Centro de Estudios de Historia de México, Condumex, 1969).
2 Martín Quirarte, Historiografía sobre el imperio de Maximiliano (México: Universidad Nacio-
nal Autónoma de México, segunda edición, 1993). La primera edición fue de 1970. También hay
que revisar la historiografía de Erika Pani, El Segundo Imperio: pasados de usos múltiples herramien-
tas para la historia (México: CIDE/Fondo de Cultura Económica, 2004).
3 Las diferencias al escribir el apellido del obispo de Puebla sin “de”, se debe a que en sus
primeros escritos el obispo no lo escribía. Posteriormente ya aparece su nombre con la forma Pela-
gio Antonio de Labastida y Dávalos. Martín Quirarte no incluye “de”, por eso respeto su forma.
4 Martín Quirarte, op. cit., p. 25.
Introducción
12 ––––– MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE
En la actualidad la participación de esos personajes se puede estudiar a
través de la consulta de los archivos privados, como el del obispo de Labastida
y Dávalos en el Centro de Estudios de Historia de México, Condumex, ahora
Carso, que guarda los archivos de Aguilar y Marocho, y algunos expedientes de
Almonte y Miramón, y en el Archivo Secreto Vaticano, una fuente poco consul-
tada en la época en que Quirarte publicó su obra. No menciono los archivos
públicos, como el General de la Nación, el de Relaciones Exteriores y el de la
Defensa Nacional, entre otros, porque ésos han sido más consultados por los
autores mexicanos. Menos conocidos son los archivos conservadores que guarda
la Universidad Iberoamericana, como es el caso del archivo de Félix Zuloaga, que
ofrece la oportunidad de conocer la Guerra de Reforma desde la organización
conservadora. Hasta ahora, dicha guerra, importante para conocer las ideas y los
proyectos políticos de los conservadores, ha sido poco abordada por los estudio-
sos. Erika Pani, por ejemplo, en su obra Para mexicanizar el Segundo Imperio,5 al
referirse a esa guerra remitió al tomo IV de México a través de los siglos.
Es de destacar que la obra de Pani sobre el Segundo Imperio es notable
porque se propuso estudiar a los conservadores desde la perspectiva de la admi-
nistración política de los líderes civiles del Partido Conservador. Los obispos,
vitales para comprender las ideas y proyectos de los conservadores en el Segundo
Imperio, se encuentran fuera de su mira. A pesar de ello, su acercamiento for-
taleció la mirada historiográfica apuntada por Charles A. Hale en su obra El
liberalismo mexicano en la época de Mora 1821-1853.6 Al efectuar su estudio
sobre José María Luis Mora, con el propósito de ofrecer una definición del libe-
ralismo mexicano en su época, Hale encontró que los liberales y los conservado-
res compartían ideas y proyectos. La Santa Sede había percibido desde 1865 que
las diferencias entre los mexicanos, en cuestiones de ideología, no eran notables.
En las instrucciones que el cardenal Giacomo Antonelli, secretario de Estado de
Pío IX, le entregó al nuncio y delegado apostólico Pier Francesco Meglia, envia-
do a México ante el emperador Maximiliano, le indicaba que tuviera cuidado con
los mexicanos porque, de manera independiente a la ideología que sostuvieran,
todos eran adeptos de la Reforma. Para el secretario de Estado del Vaticano la
diferencia que mediaba entre los proyectos era la rapidez con que unos deseaban
la Reforma y la moderación de los otros en su aplicación.
En la década de los setenta del siglo XX, los historiadores no sólo se inte-
resaron en Maximiliano y la construcción del “imperio más bello del mundo”,
5 Erika Pani, Para mexicanizar el segundo imperio (México: El Colegio de México e Instituto
Mora, 2001).
6 Charles A. Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora, 1821-1853 (México: Siglo XXI
Editores, 1972). La publicación de la obra en inglés se efectuó en 1968.
INTRODUCCIÓN ––––– 13
sino también en el pensamiento político conservador. Una de las obras que más
influencia ha tenido, posiblemente la más leída, no siempre citada apropiada-
mente por los autores contemporáneos, es la de Alfonso Noriega, El pensamien-
to co nservador y el conservadurismo mexicano, publicada en dos volúmenes en
1972.7 Un estudio más reciente sobre el conservadurismo mexicano es la obra
colectiva coordinada por William Fowler y Humberto Morales, El conservadu-
rismo mexicano e n el siglo XI X (1810-1910), publicado en 1999. Entre sus
propósitos está “combatir las versiones demagógicas imperantes”. Es decir, el
maniqueísmo de la historiografía oficial que ha marginado a los “malos de la
película”, a los perdedores de la historia, retrógradas, cangrejos, traidores y
vende patrias, entre otros epítetos a cual más de denigrantes con que han sido
calificados los conservadores de los siglos XIX al XXI.
Coincido con los coordinadores de la obra, quienes consideran que el sen-
timiento conservador se fue modificando con el correr de los años y, por otra
parte, que fue heterogéneo. En un inicio buscaba “conservar las estructuras
sociales y los valores tradicionales morales y católicos de la Colonia”, en el
marco de la estructura republicana. Posteriormente los coordinadores asumi-
rán como propia la definición de Tenenbaum de que “Alamán y los conserva-
dores creían que una monarquía mexicana encabezada por un príncipe europeo
relacionado con todas las demás casas reales satisfacería los deseos de seguri-
dad de los inversionistas y les tentaría depositar sus fondos en México”.8 Esa
postura, a favor de la monarquía, sería reforzada durante la Guerra de Refor-
ma (1858-1861), que culminaría con la intervención francesa en 1862 y el
establecimiento del imperio de Maximiliano de Habsburgo en 1864.9
En 2005 Reneé de la Torre, Marta Eugenia García Ugarte y Juan Manuel
Ramírez Sáiz, publicaron la obra Los rostros del conservadurismo mexicano.10
Este trabajo atiende la historia del conservadurismo del siglo XIX y del XX,
hasta ahora poco revisada.
Ésas son algunas de las obras con que se respondió al llamado de O’Gorman
de 1969 y de Quirarte al año siguiente. No son las únicas y, sin duda, hay una
gran variedad de obras colectivas sobre la Iglesia, el Estado y la sociedad en el
7 Alfonso Noriega, El pensamiento conser vador y el conservadurismo mexicano (México: Univer-
sidad Nacional Autónoma de México, 1972), dos volúmenes.
8 Barbara A. Tenenbaum, México en la época de los agiotistas, 1821-1857 (México: Fondo de
Cultura Económica, 1985). Citado en Humberto Morales y William Fowler, El conser vadurismo
mexicano en el siglo XIX (1810-1910) (México: Benemérita Universidad de Puebla, University of
Saint Andrews, Scotland, U.K. Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Puebla, 1999), 7.
9 Los compiladores también analizan el conservadurismo que se manifiesta de 1876 a 1910.
Pero se trata de la época que decidí analizar en una etapa posterior.
10 Reneé de la Torre, Marta Eugenia García Ugarte y Juan Manuel Ramírez Sáiz, Los rostros
del conservadurismo mexicano (México: CIESAS, 2005).

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