Comonfort y Labastida en Puebla 1855-1856

AutorMarta Eugenia García Ugarte
Páginas581-650
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La última administración de Santa Anna permitió que cada grupo definiera el
proyecto político y social que consideraba era el más indicado al carácter de los
mexicanos. Entre ellos estaban los eclesiásticos quienes constituían un grupo
político independiente, con sus propios proyectos y propuestas, aun cuando
sus posturas estuvieran profundamente entreveradas con el partido conserva-
dor y el monárquico.
La fuerza de los eclesiásticos, sumada al grupo de los conservadores, y el
control que tuvieron, de manera conjunta, de los puestos más importantes
del gobierno definieron el conservadurismo de tipo eclesiástico que distin-
guió a esta administración. La presencia en el gobierno de hombres como
Teodosio Lares, Ignacio Aguilar y Marocho, Manuel Díez de Bonilla, Cle-
mente de Jesús Munguía, el obispo de Michoacán, el padre Francisco Javier
Miranda, sacerdote de Puebla, el jesuita Basilio Manuel Arrillaga y Antonio
Haro y Tamariz,1219 que sería sustituido en el ministerio de Hacienda por
Ignacio Sierra Rosso, entre otros, y la aceptación plena del arzobispo de
México, determinó que el gobierno civil asumiera posturas eclesiásticas y los
eclesiásticos posturas civiles. Se habían confundido los papeles de tal mane-
ra que, al fracasar el gobierno, los eclesiásticos se quedaron con el sabor del
poder en la boca, con las ansias de ejercerlo y con la frustración de no haber
logrado sus objetivos específicos: habían perdido una oportunidad. Para San-
ta Anna, se sabe, fue la derrota final, mientras que para los liberales fue la
oportunidad de reorganizarse.
A pesar de todas las concesiones que obtuvieron, los eclesiásticos no plan-
tearon un proyecto político o social. No definieron políticas claras en beneficio
de la Iglesia ni un proyecto de largo plazo. Cuando Santa Anna empezó a
1219 Aun cuando Haro y Tamariz era liberal, tenía un profundo sentido católico que lo acer-
caba al partido conservador. Al final de su vida después de arreglar sus asuntos personales, ingre-
saría a la Compañía de Jesús.
CAPÍ TULO V I
Comonfort y Labastida en Puebla 1855-1856
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mostrar su deseo de controlar a la Iglesia, con la propuesta de celebrar un
concordato con la Santa Sede, aquellos que habían estado cerca del gobierno,
como fue el caso de Munguía, se sintieron profundamente decepcionados. Esa
misma decepción había sentido el obispo Portugal en 1834, cuando fuera
ministro de Justicia del General Presidente. Era prácticamente imposible lo-
grar que Santa Anna comprendiera los propósitos de los eclesiásticos. En ese
sentido, la Iglesia no obtuvo ningún beneficio. Tampoco al gobierno de Santa
Anna. Algunos de los individuos del clero, como el padre Miranda, minaron
su propio proyecto por el simple hecho de pensar que estaban en la cima,
cuando apenas estaban iniciando la construcción de un nuevo Estado. Los
levantamientos que empezaron a surgir en contra de Su Alteza Serenísima,
motivaron al arzobispo de México a enviar una circular a sus párrocos, como
lo había hecho en 1852, para pedirles que no se involucraran en los movi-
mientos y, sobre todo, que “no desvirtuaran las providencias del gobierno”.
Es decir, que no se manifestaran en contra del gobierno del general Santa
Anna.1220 Un año más tarde, cuando ya se había formulado el Plan de Ayutla,
el arzobispo reiteró su petición, el 28 de junio de 1854: que los sacerdotes y
los curas no se involucraran en los acontecimientos políticos.1221
A pesar de las dificultades que se enfrentaban, la última administración de
Santa Anna constituyó un periodo esencial en virtud de que se realizó un gran
esfuerzo en arreglar la marcha administrativa de la nación, el famoso orden,
tan privilegiado por los conservadores. La reforma administrativa que llevó a
la creación de los Ministerios de Gobernación, Fomento, Procuraduría General
de la Nación, y Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, consti-
tuyó como dijera Omar Guerrero, una “transformación de fondo de la admi-
nistración pública”. La reforma efectuada por los conservadores, quienes des-
pués apoyarán el Imperio de Maximiliano, estableció el “patrón básico” de la
administración pública actual. Entonces, concretamente el 22 abril de 1853,
se dispuso que,
...los cuatro ministerios, todos ellos herederos del Primer Imperio, en adelante
se transformaran en número y en sustancia conforme el siguiente esquema:
• Relaciones Exteriores
• Relaciones Interiores, Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción
Pública
1220 Circular de Lázaro de la Garza del 16 de junio de 1853. Colección de Documentos Eclesiás-
ticos de México, compilación efectuada por Fortino H. Vera, op. cit., p. 110.
1221 Colección de Documentos Eclesiásticos de México, compilación efectu ada por Fortino H.
Vera, op. cit., pp. 110-111.
COMONFORT Y LABASTIDA EN PUEBLA ––––– 449
• Fomento, Colonización, Industria y Comercio
• Guerra y Marina
• Hacienda1222
También se constituyó un Consejo de Estado, encargado de elaborar los
dictámenes que solicitaran los distintos ministerios. Como complemento,
indica Omar Guerrero, “en mayo 25 de 1853 se expidió la “Ley para el Arre-
glo de Contencioso Administrativo”, y para atender estos asuntos se nombra-
ría un procurador general de la nación”. Fue una decisión novedosa “no sólo
en su época sino para nuestras días, pues tal es el antecedente formal de la
hoy Procuraduría General de la República”.1223 El 12 de mayo, se integró el
ministerio de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, de forma
independiente a la atención de lo interior.1224
No obstante el éxito administrativo del grupo conservador, los abusos del
general presidente, después de la muerte de Lucas Alamán y del general José
María Tornel y Mendível, así como la radicalización de la política conservadora
que lo había llevado al poder, auspició la formación del grupo opositor, de ca-
rácter liberal. La lucha en contra del gobierno se iniciaría con el pronuncia-
miento de Juan Álvarez en Acapulco, la noche del 21 al 22 de enero de 1854.
Hasta entonces, como diría Clemente de Jesús Munguía al comentar el
proyecto del concordato, los obispos del país continuaban actuando de forma
individual, sin definir una política de grupo. El tiempo de las políticas ecle-
siásticas llegó cuando el canónigo de Morelia Pelagio Antonio Labastida y
Dávalos fue nombrado obispo de Puebla. Entonces los eclesiásticos y los con-
servadores tuvieron un líder nato para impulsar la unidad de la nación a partir
de la catolicidad. Pero el partido liberal también contaba con líderes capaces de
llevar adelante un proyecto de nación. Ya fueran moderados o radicales. De esa
manera, las propuestas liberales que se fueron armando en el camino enfren-
taban los proyectos eclesiásticos y, como contrapartida, fundamentaron la
construcción de un Estado laico y soberano.
El momento se distinguió por el cambio generacional del episcopado. De
la primera generación de obispos, la nombrada en 1831, sólo quedaba el
1222 “Bases para la Administración de la República, de abril 22 de 1853”, en Omar Guerrero,
La Secretaría de Justicia y el Estado de derecho en México, México, UNAM, 1996, p. 69.
1223 Omar Guerrero, op. cit., p. 70 . El mismo autor señala, en el pie de p. 102, que la ley
surgió del despacho de Teodosio Lares, responsable del Ministerio de Justicia.
1224 La atención de los asuntos del interior, o de gobernación, fueron segregados de Justicia y
de Relaciones Exteriores. Así permaneció, hasta el periodo de 1861-1867, cuando, por la inter-
vención francesa, se volvieron a agrupar. Omar Guerrero, op. cit., p. 71.

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