Examen imparcial de la administración del general vicepresidente D. Anastasio Bustamante con observaciones generales sobre el estado presente de la República y consecuencias que éste debe producir

AutorLucas Alamán
Páginas184-205
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Lucas Alamán
EXAMEN IMPARCIAL DE LA ADMINISTRACIÓN
DEL GENERAL VICEPRESIDENTE D. ANASTASIO BUSTAMANTE
con observaciones generales sobre el estado presente de la República
y consecuencias que éste debe producir
Poco tengo que decir en recomendación de mis opinio-
nes si no es que ellas son el fruto de largas observacio-
nes y de mucha imparcialidad. Ellas proceden de un
hombre que no ha servido nunca de instrumento al po-
deroso, ni ha sido adulador del grande, y que en los
últimos actos públicos de su vida se ha propuesto no
desmentir el tenor de toda ella. Ellas proceden de un
hombre cuyos esfuerzos han tenido siempre por objeto
la libertad y bienestar de los demás; en cuyo pecho no
se ha encendido nunca un enojo duradero o vehemen-
te sino contra lo que ha considerado como tiranía; de
un hombre que aspira poco a honores, distinciones y
emolumentos y que no espera de ninguna manera que
se le concedan; que no mira con desprecio la fama,
pero tampoco teme la calumnia; que no promueve dis-
putas, pero que se atreve a manifestar con libertad su
propia opinión; que quiere ser consecuente consigo
mismo porque para serlo no duda variar los medios
para asegurar el  n, y que cuando el equilibrio del ba-
jel en que navega corre peligro por haberse cargado
todo el lastre a un solo lado, está deseoso de ayudar a
salvarlo con el pequeño peso de sus razones cargando
éste a aquella parte que lo necesita para restablecer ese
mismo equilibrio.
EDMUND BURKE, Re exiones sobre la Revolución francesa
SI LA experiencia de lo pasado es en todas las cosas la guía más segura para
lo venidero, en materias políticas ella es casi la única regla que pueda adop-
tarse con con anza, porque siendo la ciencia del gobierno, según la opinión
de uno de los primeros publicistas de nuestra época,1 una ciencia práctica
por su naturaleza y destinada a objetos prácticos, no puede aprenderse a
1 Burke.
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priori, siendo no solamente materia que requiere experiencia, sino aún más
experiencia que la que una persona puede adquirir en todo el curso de su
vida; por esto, el estudio profundo de la historia será siempre indispensable
no sólo a los que toman sobre sí la difícil empresa de gobernar a los pueblos,
sino a los pueblos mismos que en las lecciones que aquélla les da aprenden a
conocer lo que les conviene y lo que les daña y a juzgar con imparcialidad
a los que los han administrado. Este estudio es todavía más provechoso
cuando recae sobre acontecimientos más inmediatos a nosotros y que nos
interesan más de cerca, ya por ser de nuestro propio país y de nuestros días,
o por pertenecer a pueblos y naciones que tienen mayor semejanza con nues-
tras circunstancias actuales. Bajo todos estos puntos de vista deberá parecer
muy importante un examen imparcial de una administración que ha existido
en la república durante dos años y medio; que dio lustre y esplendor a la na-
ción haciéndola estimar y respetar en los países extranjeros, que a rmó y
aumentó su crédito en ellos, que arregló la hacienda en el interior de una
manera que no se había visto desde la independencia, que fomentó la indus-
tria e hizo esperar una prosperidad duradera, la cual sin embargo desapare-
ció con la administración misma que la produjo como aquellos meteoros lu-
minosos que en la oscuridad de la noche brillan por algunos instantes y
vuelven luego a las mismas tinieblas de donde salieron. Esta administración
atrozmente calumniada y cruelmente perseguida por sus adversarios ha sido
defendida muchas veces con calor y algunas con acierto por varios escrito-
res, pero nunca ha sido juzgada con la calma de la razón y la severidad im-
parcial de la justicia, considerando el conjunto de todas sus operaciones y
entrando en los fundamentos todos de su conducta. Este juicio imparcial
tampoco podía a la verdad formarse en medio del ardor de las pasiones y de
la grita tumultuaria de la persecución, y por esta razón tampoco había em-
prendido yo antes la redacción de este papel, esperando para entrar en este
examen no ya que se hubiese calmado el espíritu revolucionario que por des-
gracia ha echado tan profundas raíces entre nosotros, sino que hubiese cam-
biado de dirección, lo cual sucede con bastante frecuencia, pues, semejante
a los ricos insustanciales de Roma que describe con tanta gracia Horacio
(diruit aedi cat; repetit quod imper omisit), hoy destruye el edi cio que ayer
levantó y mañana proclama al mismo individuo que poco antes fue el objeto
de una horrible persecución. Ahora que es ya evidente que la administración
del general Bustamante ha sido sólo el pretexto y no la causa de la revo-
lución; que los hombres que la compusieron han sido en gran parte olvida-
dos, puede juzgarse su conducta sin odio ni afecto, poniendo enteramente
aparte en el examen que vamos a hacer de su manejo político sus personas,
para tener a la vista solamente sus acciones, y cali car por éstas cuáles ha-
yan sido los principios que las dirigieron, hasta dónde pueden tenerse éstos
por fundados, qué sea efecto del acierto, del error, de las circunstancias o del
crimen.

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