Discurso sobre los medios de que se vale la ambición para destruir la libertad

AutorJosé María Luis Mora
Páginas39-44
39
DISCURSO SOBRE LOS MEDIOS DE QUE SE VALE
LA AMBICIÓN PARA DESTRUIR LA LIBERTAD
NADA más importante para una nación que ha adoptado el sistema republica-
no, inmediatamente después de haber salido de un régimen despótico y con-
quistado su libertad por la fuerza de las armas, que disminuir los motivos
reales o aparentes que puedan acumular una gran masa de autoridad y po-
der en manos de un solo hombre dándole prestigio y ascendiente sobre el
resto de los ciudadanos. La ruina de las instituciones populares ha proveni-
do casi siempre de las medidas que se han dictado indiscretamente para su
conservación, no porque no se haya intentado ésta de veras y e cazmente,
sino porque los efectos naturales e invariables de las causas necesarias no
puedan alterarse por la voluntad de quien los pone en acción.
El mal de las repúblicas consiste ahora y ha consistido siempre en la po-
quísima fuerza física y moral que se confía a los depositarios del poder. Esta
necesidad que la trae consigo la naturaleza del sistema tiene, como todas las
instituciones humanas, sus ventajas e inconvenientes, que deben pesarse  el-
mente antes de adoptarse; porque una vez admitidas es necesario arrostrar
con todo antes que hacer una variación que, por ligera que sea o se suponga,
abre la puerta al cambio total del sistema y es un sacudimiento que aunque
ligero, si se repite, socava lentamente las bases del edi cio social hasta dar
con él en tierra. ¿Qué cosa más halagüeña que estar lo más lejos de la inspec-
ción de la autoridad y someter lo menos que sea posible la persona y accio-
nes propias a la vigilancia y disposiciones de los agentes del poder? ¿Y en
qué sistema si no es en el republicano se goza con más amplitud y se da más
ensanche a semejantes franquicias? En ninguno ciertamente.
Pues este bien inestimable está más expuesto a perderse que en cualquie-
ra otra clase de gobierno si los libres no están muy alerta para prevenir toda
especie de pretensiones que tiendan, aunque sea por pocos instantes, a dis-
minuir su libertad y a aumentar con estas pérdidas la fuerza del que empieza
por dirigirlos y acabará indefectiblemente por dominarlos.
El amor del poder, innato en el hombre y siempre progresivo en el go-
bierno, es mucho más temible en las repúblicas que en las monarquías. El
que está seguro de que siempre ha de mandar se esfuerza poco en aumentar
su autoridad; mas el que ve, aunque sea a lo lejos, el término de su grandeza,
si la masa inmensa de la nación y la fuerza irresistible de una verdadera opi-
nión pública no le impone freno, estará siempre trabajando con actividad
incansable por ocupar el puesto supremo, si se cree próximo a él, o por pro-

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR