Los temas olvidados de una necesaria reforma del Estado

AutorGilberto Rincón Gallardo
Páginas34-60
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II. LOS TEMAS OLVIDADOS
DE UNA NECESARIA REFORMA
DEL ESTADO
NO CABE duda de que la reforma del Estado es la gran asig-
natura pendiente en la consolidación democrática del país.
Y esto se debe a que bajo el nombre de reforma del Estado
englobamos una serie de cambios fundamentales en el nivel
de las instituciones que se han venido postergando por dis-
tintas razones. La promesa de transformación que nos hizo
la alternancia democrática del 2000 puede quedarse en sólo
una promesa si los actores políticos centrales de la nación
no son capaces de concertar una serie de acuerdos de largo
aliento con el propósito de reformar la institucionalidad es-
tatal de nuestro país.
Es innegable que la alternancia en el poder presidencial
en el 2000 abrió una nueva puerta para avanzar en el incon-
cluso proceso de la reforma del Estado. Sin embargo, antes
de embarcarnos en un proceso de transformaciones legales
que pudieran estar marcadas por la precipitación, valdría la
pena preguntarnos acerca de qué es lo que se entiende aho-
ra por reforma del Estado. Creo que una reforma del Estado
en México se debe entender, en general, como una transfor-
mación de las instituciones públicas, de Estado y de gobier-
no, para hacerlas más efi cientes, adaptarlas a las exigencias
de una sociedad tan compleja como la nuestra, incrementar
el control ciudadano sobre ellas y, fi nalmente, hacer posible
la intervención creciente de la sociedad en la defi nición de
sus metas y sus prioridades.
Una reforma del Estado requerirá un cambio sustancial
en la manera en que las instituciones públicas actúan y en la
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forma en que éstas se relacionan con la sociedad a cuyo ser-
vicio debieran estar. Por supuesto, para alcanzar esta meta
se plantean varios caminos, y la elección de alguno de ellos
será crucial para defi nir el modelo de reforma del Estado
que se establecerá. No olvidemos que el Estado puede rees-
tructurarse por distintas vías, y que por ello no debemos
descartar el avance de una reforma conservadora de las ins-
tituciones mexicanas, cuando lo que necesita este país es
una reforma progresista, incluyente y socialmente sensible.
Los cambios que constituirán la reforma del Estado
tienen que darse en prácticamente todos los ámbitos de
nuestra vida pública, pero existen algunos espacios que son
de obligatoria consideración prioritaria. En este capítulo
me propongo ofrecer ideas sobre la naturaleza del cambio
deseable en algunos de esos terrenos centrales. Por tal ra-
zón, haré especial énfasis en la precondición estructural de
estos cambios; a saber, la viabilidad financiera del país
como resultado de un ajuste mayor a sus mecanismos de
recaudación fi scal; es decir, me refi ero a la reforma fi scal
como la vía para lograr una redistribución justa de los in-
gresos y los benefi cios materiales, en armonía con una po-
lítica de Estado que se proponga combatir las desigualdades
estructurales, que colocan a la mayor parte de la población
mexicana en una situación de pobreza y ausencia de cali-
dad de vida.
Podrá extrañar al lector que no centre mis argumentos
en cambios políticos, como la segunda vuelta electoral o la
creación de un régimen parlamentario o semiparlamenta-
rio, y que lo haga más bien en cuestiones que se refi eren al
Estado de derecho, la seguridad pública, la seguridad social
o la viabilidad fi scal del Estado. Mi opinión es que, sin res-
tarle importancia a las reestructuraciones propiamente po-
líticas, una genuina reforma del Estado mexicano no será
posible en ausencia de un rediseño de la arquitectónica le-
gal y socioeconómica del país.

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