¿Qué significa ser de izquierda el día de hoy? Trece tesis para la integración de una agenda socialdemócrata

AutorGilberto Rincón Gallardo
Páginas132-167
132
VI. ¿QUÉ SIGNIFICA SER
DE IZQUIERDA EL DÍA DE HOY?
Trece tesis para la integración
de una agenda socialdemócrata
LA SITUACIÓN DE LA IZQUIERDA EN MÉXICO, HOY
Uno de los temas más recurrentes en el debate político con-
temporáneo, tanto a nivel nacional como a nivel interna cio-
nal, es el relativo a la necesidad de determinar los valores,
desafíos, tareas generales y proyectos específ‌i cos de la iz-
quierda democrática. Las nuevas condiciones de la vida so-
cial, marcadas por un proceso creciente de globalización y
por una consecuente modif‌i cación del papel de las tradicio-
nes y el declinamiento de los sujetos políticos hasta hace
poco convencionales, como la clase social o los partidos de
masas, y la emergencia concomitante de nuevos sujetos,
como los def‌i nidos en términos de las llamadas “políticas
de la identidad”, además de los desafíos planteados por fun-
damentalismos de distinto tipo, hacen imprescindible la
evaluación de lo que, en general, ha de ser característico de
un proyecto de izquierda democrática, y en particular de un
proyecto de izquierda para un país como México.
Como resultado de un proceso conjunto de mundializa-
ción económica y globalización comunicativa y axiológica,
las tareas de la izquierda democrática no pueden ser redu-
cidas al horizonte y las fronteras de una nación específ‌i ca,
pero tampoco desvanecerse en enunciados o soluciones
abstractas y generales, como las que antaño hacía circular
la izquierda revolucionaria. La única posibilidad de mante-
ner el carácter ilustrado y racionalista de la izquierda reside
¿QUÉ SIGNIFICA SER DE IZQUIERDA EL DÍA DE HOY? 133
en su identidad global. Al mismo tiempo, la posibilidad de
convertirse en un sujeto político ef‌i caz reside en la capaci-
dad de esa izquierda para hacerse cargo de los problemas
locales, comunitarios, regionales y nacionales y orientar sus
soluciones. Este debate sobre la redef‌i nición de la izquierda
no es nuevo en el ámbito internacional. Los temas del so-
cialismo liberal defendido por Norberto Bobbio, la Tercera
Vía preconizada por Anthony Giddens y formulada como
estrategia por Tony Blair o la aceptación de las realidades
del mercado por partidos socialistas como el español o el
chileno son apenas muestras sueltas de un entramado dis-
cursivo e institucional cuya primera evidencia es que la iz-
quierda del siglo XXI no puede seguir siendo subsidiaria de
los argumentos revolucionarios o estatistas con los que se
ligó durante gran parte de su tránsito por el siglo XX.
Nuestro mundo político e intelectual es muy proclive a
las modas. Por ello, si en décadas anteriores era casi obliga-
torio def‌i nir las posiciones políticas en términos de la opo-
sición entre derecha e izquierda, hoy parece necesario ha-
cer precisamente lo contrario, es decir, tratar de evitar las
def‌i niciones políticas de izquierda y derecha y abonar el te-
rreno de la ef‌i ciencia y el centro político. Sin embargo, la
pregunta que deberíamos hacernos, ahora que el debate so-
bre la izquierda y la derecha se ha renovado a nivel interna-
cional, es la siguiente: ¿podemos obtener algunas lecciones
de esta nueva discusión para dar a nuestra política nacio-
nal la altura que no ha alcanzado? Antes de aludir a la opo-
sición actual entre derecha e izquierda, acaso valdría la
pena tratar de precisar, en la medida de lo posible, qué es
lo que entendemos por el conf‌l icto histórico entre izquierda
y derecha.
La derecha no se puede entender sin su opuesta: la iz-
quierda. Izquierda y derecha van juntas. Se def‌i nen recípro-
camente. Una no se entiende sin la otra y la supresión de
una acabaría por anular a su contraria. Cuando yo digo que
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soy de izquierda, esta def‌i nición tiene sentido porque siem-
pre hay alguien que es de derecha y del cual me diferencio.
Así que la pretensión de que todos seamos de izquierda o
todos de derecha sólo conduce a la dictadura y a la nega-
ción de la pluralidad social. Aunque hay versiones distintas
sobre el origen de la distinción entre izquierda y derecha,
todo parece indicar que el uso de estos términos tiene su
origen en la manera en que, tras la Revolución francesa,
los diputados de la Asamblea Nacional se situaban en el he-
miciclo parlamentario: a la izquierda se sentaban los pro-
motores del cambio, mientras que a la derecha los más
conservadores. A partir de entonces, ser de derecha o de iz-
quierda se relaciona con una posición progresista o conser-
vadora acerca de las cuestiones sociales y políticas. Aunque
se trata de una anécdota histórica, tal vez no deberíamos
desatender lo que todavía nos puede indicar: a saber, que
ser de izquierda implica un compromiso con los valores del
progreso social y la justicia, y que ser de derecha implica un
compromiso con una sociedad de privilegios y de grandes
diferencias sociales. Así fue en el inicio de la política mo-
derna y así es aún en nuestros días.
A lo largo de la historia, los términos de “derecha” e “iz-
quierda” han sido llenados con distintos contenidos. Para
no ir más lejos, durante mucho tiempo en México se pensó
que sólo se podía ser de izquierda si se era partidario de la
revolución armada como método para cambiar la sociedad
o de la propiedad estatal de los medios de producción. Tam-
bién se pensaba, en contrapartida, que quien se oponía a los
gobiernos emanados de la Revolución mexicana —es decir,
a los gobiernos priistas— era necesariamente de derecha y
miembro de lo que en otros tiempos se llamaba “la reac-
ción”. Ahora lo que existe es la necesidad de def‌i nir estas po-
siciones en el marco de una sociedad democrática, es decir,
de una sociedad en la que los gobernantes son electos y los
conf‌l ictos sociales han de resolverse de manera legal y pací-

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