Financiamiento del desarrollo o estancamiento sin financiamiento

AutorFrancisco Suárez Dávila
Páginas307-328
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INTRODUCCIÓN
Comenzaremos este trabajo con comentarios sobre el entorno
económico general, luego, un diagnóstico de dónde nos en-
contramos en los principales temas de la agenda; y f‌inalmente
se agregan algunas propuestas.
Se parte del hecho de que tenemos una economía esen-
cialmente estancada durante los últimos 25 años. Esta situa-
ción fue incluso más aguda en los primeros tres a ños del
gobierno de Vicente Fox. Durante el crecimiento promedio
de 4.4 por ciento el año pasado y éste tenemos un “verani-
to” de crecimiento en virtud del desempeño económico de la
economía estadounidense, con quien tenemos una absoluta
sincronización cíclica, especialmente con su sector manufac-
turero. Es justo reconocer que con ese impulso, las bajas ta-
sas de interés y baja inf‌lación, se estuvo dando un crecimien-
to fuerte del consumo y también de la inversión privada por
primera vez en mucho tiempo. Aun así el cre cimiento fue
mediocre. Fox logró, en cuatro años, el crecimiento que pos-
tuló anualmente. Particularmente, la generación de empleo
fue nula en todo su gobierno.
Financiamiento del desarrollo
o estancamiento sin financiamiento
Francisco Suárez Dávila
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 Francisco Suárez Dávila
Esta etapa de estancamiento de 25 años, 2 por ciento sigue
a lo que pondríamos llamar la etapa del populismo (1970 a
1982) en que crecimos 5.8 por ciento, pero con elevada inf‌la-
ción, agudos desequilibrios f‌iscales y externos que nos lleva-
ron a dos serias crisis.
La etapa previa de 1935 a 1970 fue el desarrollismo en sus
dos fases: una con moderada inf‌lación y otra la del desarrollo
estabilizador que dio un crecimiento de 5.9 por ciento. Esto
nos lleva a la conclusión que sólo, en una etapa ya muy dis-
tante, pudimos conciliar crecimiento y estabilidad. En la segun-
da, hubo crecimiento sin estabilidad y crisis; después, una etapa
de ajustes, volatilidad y crisis con algunas reformas estructu-
rales y, f‌inalmente, tenemos estabilidad sin crecimiento.
La pregunta que todos los economistas nos planteamos es
¿por qué no crecemos? Mientras que lo que manif‌iestan reitera-
damente los empresarios, pero que es prácticamente otra cara
de la misma moneda es ¿por qué perdemos competitividad?
México se rezaga, se atrasa frente a otras economías emergen-
tes exitosas como China, India, los tigres asiático, países euro-
peos como Irlanda o Finlandia y países de Europa del Este.
Lamentablemente, podemos concluir que toda una gene-
ración de economistas y, ciertamente, la política económica
actual, ha sido inef‌icaz en cuanto a resultados; y, lo que es más
grave, obsoleta en cuanto a ideas. Se habla crecientemente de
nuevos consensos. Algunos economistas progresistas más
exitosos como Stiglitz, Krugman, Rodrick y Sacks, transitan
del Consenso de Washington al de Barcelona. Algunos (Labra
y Suárez) hablan de la necesidad de un Consenso de México.
Hay una clara insatisfacción sobre las reformas estructurales,
al menos las de la primera generación. Surgen dos enfoques.
Algunos –los liberales– dicen que las hicimos mal y hay que
desarrollarlas; u otros –yo me sumo– que hay que redef‌inir la
agenda y hacer la reforma de las reformas.

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