Ética y política: un vínculo polivalente

AutorGerardo Ávalos Tenorio
Páginas43-81
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ÉTICA Y POLÍTICA:
UN VÍNCULO POLIVALENTE
¿Qué es la ética?
¿Conviene más padecer la injusticia que cometerla?, ¿se debe amar
a los enemigos?, ¿es conveniente engañar al pueblo?, ¿hay guerras
justas?, ¿es justicable el homicidio? Estas son preguntas represen-
tativas de los problemas que, a lo largo de la historia, han ocupado
a las mentes más lúcidas y creativas pero también a los hombres de
acción que toman decisiones al respecto. Son cuestiones prácticas
por supuesto, pero antes deben ser planteadas y discutidas como
cuestiones losócas, pues la respuesta que en cada caso se haga
no brota de inmediato. Se requiere la reexión detenida, analítica,
profunda, y para ello es necesaria la losofía. La disciplina losóca
que trata las razones por las cuales una acción ha de ser considerada
como buena y justa es la ética. “Ética” es una palabra curiosa porque
encierra signicados diversos que no necesariamente se compagi-
nan. Proviene de los griegos, quienes llamaban “êthos” y, más tarde,
“éthos” ( ) al lugar que se habita, la morada y, en consecuen-
cia, se referían a la acción de habitar haciendo lo acostumbrado de
ese lugar. El hábito o la costumbre de vivir de cierto modo y no de
otro, es objeto de reexión porque los seres humanos no actúan en
función de sus instintos sino que pueden obrar de un modo o de
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ÉTICA Y POLÍTICA PARA TIEMPOS VIOLENTOS
otro, es decir, les asiste la libertad para actuar. Entonces, ética es una
palabra que alude al examen de las acciones, no de los simples mo-
vimientos (). Una acción o praxis () implica una deli-
beración que se traduce en una voluntad: la acción, entendida como
movimiento con un sentido determinado previamente, es una vo-
luntad guiada. La acción es, entonces, susceptible de un juicio. Pero
en la expresión “hacer lo acostumbrado”, “morar según la costum-
bre”, está implícita la ausencia de reexión previa al ejecutar un mo-
vimiento o una serie de movimientos con un sentido determinado,
pues al menos es concebible que se pueda actuar por imitación. Y
es que los seres humanos no participan, en principio, en la deter-
minación de las normas que los rigen, pues nacen sin saber nada
y sólo mediante la formación (Bildung) serán capaces de participar
en la vida en común. Es parte del proceso de socialización que no
exista nada que no sea relacional. Los seres humanos se apropian de
su mundo siendo formados (nunca la voz pasiva es tan precisa) por
otros. Esta formación incluye el adiestramiento o capacitación para
una serie de actividades y conductas, pero también incorpora a la
educación propiamente dicha, entendida aquí como formación del
carácter, lo que signica un determinado modo de hacer enlazar el
intelecto con las pasiones, y por lo tanto, un modo de ser de la sensi-
bilidad, los sentimientos y los afectos. En este proceso de formación
queda enlazado de manera compleja lo individual con lo colectivo,
pues siempre que tratamos de establecer una línea de demarcación
entre lo uno y lo otro, inevitablemente erramos. Si a algo es aplicable
la dialéctica es precisamente a la relación entre el individuo y la co-
munidad, entre el singular y la universalidad. El tema de la libertad,
por cierto, está atrapado en esta dialéctica y su determinación es,
también, un tema de la ética.
Pues bien: la ética hereda todos estos problemas y por esa razón
(esa es una de sus señales de identidad) es tan equívoca. Para tratar
de introducir algo de precisión en los términos que vamos a usar,
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ÉTICA Y POLÍTICA: UN VÍNCULO POLIVALENTE
diremos que la ética es la parte de la losofía que estudia la moral.
Ésta, en cambio, es un compendio de normas o reglas que organi-
zan el deber ser. Si bien el sentido común no diferencia entre ética
y moral, nosotros adscribimos la primera al plano losóco de las
razones del obrar según normas, y la segunda será entendida simple-
mente como el conjunto de estas normas. Con esto, sin embargo, no
se superan todas las dicultades, pues a lo largo de la historia (y es
una historia muy larga) han sido desarrollados diversos sistemas que
han determinado el deber ser con métodos diferentes. A menudo
esos sistemas son clasicados correspondiendo unos a la antigüedad
y otros a la modernidad, pero en realidad esto no es muy esclarece-
dor, pues no todas las éticas antiguas son iguales ni todas las éticas
modernas son homogéneas. Ha sido de mayor utilidad clasicar los
distintos sistemas éticos por sus contenidos, y así es posible hablar
de éticas teleológicas, que determinan el deber ser por el n que se
persigue, y éticas deontológicas, orientadas a determinar el deber
en sí mismo por su racionalidad inmanente. De cualquier manera,
y para tener un punto de partida rme, debemos señalar que, en
términos generales, la ética es la parte de la losofía que indaga los
fundamentos, esencia y nes de la praxis.
Hemos de tener claro que, como he apuntado, la ética no es
directamente la “acción” juzgable moralmente. Es común escuchar
aseveraciones tales como “no es ético que hagas lo que haces”, para
indicar que no es correcto o moralmente aceptable que sea reali-
zada tal o cual acción. Aunque parezca extraño a primera vista, la
ética es un horizonte de juicio construido losócamente por lo que la
expresión “no es ético...” carece, en realidad, de sentido. Una acción
puede ser considerada muy mala y, sin embargo, sí sería “ética”, toda
vez que ha de inscribirse en el universo de lo juzgable éticamente.
En ese caso, la expresión adecuada sería: “es éticamente perverso
desviar recursos públicos para un negocio privado”, por ejemplo.

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