Psicoanálisis, ética y política

AutorGerardo Ávalos Tenorio
Páginas271-293
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PSICOANÁLISIS, ÉTICA Y POLÍTICA
Preludio
Desde un punto de vista losóco, el psicoanálisis es un tipo de
saber especulativo que se devana entre la sofística y la losofía pro-
piamente dicha.
1
En el edicio de la ética, el estudio de los complejos
pasionales que hacen actuar a los seres humanos de un modo deter-
minado constituye, si no los cimientos, al menos sí un piso básico.
Es en este sentido que sería posible armar que el psicoanálisis es la
primera parte de la ética moderna. Por eso es ineludible referirse al
modo en el cual el psicoanálisis ha hecho el diagnóstico de la “na-
turaleza humana” en la civilización moderna, pues desde un punto
de vista histórico, la creación de Freud responde a la forma social
propia del capital.
2
Hasta se podría armar que la complementa
1 Es altamente recomendable la revisión del papel que desempeña la
retórica sofística en el psicoanálisis, estudiado por B. Cassin: El efecto
sofístico, Argentina, Fondo de Cultura Económica, 2008, y Jacques el
sosta. Lacán, logos y psicoanálisis, Argentina, Manantial, 2013.
2 E. Zaretsky, Secretos del alma. Historia social y cultural del psicoanálisis,
España, Siglo XXI Editores, 2012.
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ÉTICA Y POLÍTICA PARA TIEMPOS VIOLENTOS
porque aquel saber sobre lo que “no se sabe” (es decir, los procesos
inconscientes) quedan revelados de una forma codicable y apre-
hensible para la razón. Cuando, en las diversas formulaciones mora-
les, se soslaya el legado del psicoanálisis, lo más común y frecuente
ha sido la enunciación de imperativos de acción más propio de un
mundo de ángeles que de uno constituido por seres humanos reales
congurados socialmente por una lógica narcisista, egoísta, apre-
hensiva y posesiva, propia del modo de vida subjetivo correspon-
diente a la forma social moderna. La ética paradigmática del mundo
moderno, es decir, la ética kantiana, resultó tan universal, formal y
abstracta, que era prácticamente imposible derivar de ella conteni-
dos inequívocos, por lo que, a la hora de aplicar los imperativos (a
la “hora de la verdad”) cualquier moralidad resultaba adaptable. En
estas condiciones, muchas “éticas” son posibles en tanto listado de
reglas y normas de conducta. Paradójicamente, la universalidad y
el formalismo kantianos se transforman en normas morales concre-
tas adaptables a cualquier situación. El lugar de la universalidad lo
ocupa, en estas condiciones, el recurso a una supuesta naturaleza
humana invariable existiendo por fuera de la historia, y cuya carac-
terística central es el “afán de poder”. La ética se vislumbra como el
gran mecanismo de contención y control de aquella naturaleza irre-
ductible. Freud mismo creyó descubrir algo del orden de lo trans-
histórico, cuando amparaba sus tesis en los relatos bíblicos, en las
tragedias griegas de la antigüedad o en las investigaciones arqueo-
lógicas acerca de los hombres primitivos.
3
De cualquier manera, el
psicoanálisis ha podido ser reorientado en el sentido de descrip-
3 Cfr. S. Freud, “Moisés y la religión monoteísta”, Obras completas (OC), vol.
23, Buenos Aires, Amorrortu, 1998; Id. “Interpretación de los sueños”,
OC., vols. 4 y 5, cit.; Id. “Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida
anímica de los salvajes y de los neuróticos”, OC. vol. 13, cit.

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