Democracia representativa y deliberativa

AutorAdrián S. Gimate Welsh
Páginas53-89
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Capítulo II
Democracia representativa y deliberativa
La transición mexicana.
Una mirada institucional y procedimental
Introducción
Uno de los acontecimientos más importantes de los años 1974 a 199052 es, de
acuerdo con Samuel Huntington (1991: XIII), la transición de regímenes no
democráticos a sistemas políticos democráticos en 30 países en el ámbito glo-
bal. Este periodo de transformaciones políticas corresponde a lo que conoce-
mos como la “tercera ola (Mainwaring y Pérez-Liñán, 2005) de la democracia”.
Su manifestación inaugural ocurre en Portugal el 25 de abril de 197453 con el
derrocamiento del régimen dictatorial de Marcello Caetano que tiene por fina-
lidad la instauración de un régimen democrático.54 De 1991, año en que apa-
rece la obra seminal de Huntington, a la fecha, otros países han transitado a la
democracia, entre ellos México.
Para el caso latinoamericano, las transformaciones de importancia hacia la
democracia acontecen en los periodos 1943-1962 y 1974-1991. En estos dos
periodos hubo un descenso importante de regímenes autoritarios; pero ade-
más, como rasgo notorio, su magnitud y duración fue más patente, de acuerdo
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Nótese que el año 1991 es el año de la publicación de su libro. Las tres olas de democrati-
zación son: a) 1828-1926; b) 1943-1962; y c) 1974-1991.
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Su significado radica en el hincapié en la dimensión procedimental, la democracia formal y
la democracia sustancial o lo que se conoce como “gobierno del pueblo”, que se inspira en el prin-
cipio de la igualdad de derechos, entre ellos, el derecho a la participación política.
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La muerte del dictador no asegura la democracia; sobrevien en 18 meses de inestabilidad
política.
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con Mainwaring y Pérez-Liñán (2005: 15-18).55 Y, según su tricotomía de
medición, las eras han sido: a) un sistema autoritario, b) un sistema semidemo-
crático y c) un sistema democrático. México, según estos indicadores, ha pasa-
do de un régimen autoritario, que corresponde al periodo 1945-1987, a un
régimen semidemocrático en los años 1988 a 1999 y su arribo a la democracia
con la elección de Vicente Fox a la Presidencia de México en el año 2000.
Éstos son los resultados de un conjunto de procesos que llevaron al cambio.
Pero de manera puntual, nace la pregunta, ¿a qué se deben estas transformacio-
nes de transición a la democracia en el caso mexicano? Decir que México ha
transitado a la democracia es, en sí, un indicador político grueso (cf. Coppedge,
2005) que, junto con otros indicadores, el económico, el social y el comunita-
rio, forma parte del conjunto de indicadores de transición a la democracia.
Para el caso que me ocupa, me detendré sólo del indicador político.
Antes de examinar con cierto detalle los cambios que hicieron posible el
arribo de la democracia en México, es ineludible precisar qué entendemos por
transición para después discutir sobre la democracia en México.
La transición
De acuerdo con Guillermo O’Donnell y Philippe Schmitter (1986), habremos
de entender este concepto como:
• El intervalo entre un régimen político y la instauración de otro, cualquie-
ra que sea su naturaleza.
• Las transiciones se ven acotadas por: a) el comienzo de la disolución de
un régimen autoritario y b) la implantación de una forma de gobierno
democrático; de otra forma de gobierno autoritario o de un gobierno
revolucionario.
• Característico de la transición es la ausencia de definición de las reglas de
juego político o su constante cambio (recordemos las sucesivas reformas
electorales de los gobiernos de López Portillo, Miguel de la Madrid y de
Carlos Salinas de Gortari).
• El cambio no sólo es constante, sino arduamente contestado. Los acto-
res políticos, no sólo tratan de responder a sus intereses, sino que res-
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La ola que inició en 1974 duró 14 años, extendió la democracia de tres países, en 1977, a
18 países, en 1991.
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ponden al interés de los grupos que supuestamente representan. En
consecuencia, buscan definir las reglas y procedimientos que los perfi-
larán como ganadores a unos y perdedores a otros en subsecuentes
procesos electorales. Recuérdense las iniciativas de Salinas de 1988 y
1990 (cf. Magaloni, 2005). De ahí la acertada definición de la transi-
ción mexicana como “prolongada” (cf. Labastida y Leyya, 2004; Ei-
senstadt, 2004). Más aún, las reglas y procedimientos están en manos
de los gobernantes autoritarios y detentan cierta discrecionalidad sobre
los arreglos constitucionales.
Cabe señalar que la preocupación central de los estudiosos de la transición
es la dimensión normativa o procedimental, necesaria para la competencia po-
lítica. La segunda preocupación es la imperiosa necesidad de comprender la
incertidumbre de la transición en sus múltiples expresiones. El caso de la tran-
sición mexicana tiene sus propias circunstancias y sus tiempos.
Un concepto complementario de la transición es la noción de liberalización
que entendemos como:
• El proceso de apertura de derechos políticos; significa el proceso de hacer
efectivos ciertos derechos que “protegen a los individuos y a los grupos
sociales de actos arbitrarios o ilegales realizados por el Estado o por ter-
ceras partes” (O’Donnell y Schmitter, 1986: 7).
• En el plano individual incluyen: habeas corpus, el derecho a un juicio jus-
to, libertad de movimiento y libertad de expresión, entre otros.
• En el plano grupal, libertad a disentir, libertad de asociación y de no
censura en los medios de comunicación.
La transición, que supone una forma de liberalización, nos conduce al pro-
ceso de democratización. De acuerdo con O’Donnell y Schmitter, la democra-
tización tiene como principio rector la ciudadanía. La ciudadanía implica un
tratamiento de igualdad por aquellos que toman decisiones colectivas y la obli-
gación de los que implementan las decisiones colectivas de rendir cuentas. Este
principio impone además obligaciones en el gobernado: respetar la legitimidad
de las decisiones colectivas, en virtud de que fueron tomadas en un proceso
deliberativo entre iguales; y asigna derechos a los gobernantes de actuar con
autoridad con el propósito de hacer efectivas las decisiones.

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