Polonia. Rosa Luxemburgo

AutorGeorge Douglas Howard Cole
Cargo del AutorTeórico político inglés y un socialista crítico
Páginas568-604
XI. POLONIA. ROSA LUXEMBURGO
SIEMPRE que existió un movimiento revolucionario, durante la mayor
parte de la época que terminó en 1918, los polacos intervinieron en
él. Ellos ayudaron a los cartistas ingleses y proporcionaron jefes
militares a la Comuna de París. Los polacos actuaron en los
movimientos socialistas de la mayoría de los países; hubo grupos de
socialistas polacos no sólo en la mayor parte de las naciones del
occidente de Europa y en los Estados Unidos, sino también en
América Latina y en la India. Dondequiera que fuera preciso luchar,
los polacos lucharon valientemente en favor de los oprimidos; pero,
desgraciadamente, también lucharon entre sí, no sólo aristócratas
contra las clases bajas, sino también socialistas en contra de
socialistas.
Polonia era un país dividido: la mayor parte de él, el Reino de
Polonia, juntamente con Lituania, se hallaba bajo el gobierno ruso;
Poznan (en el oeste), bajo Prusia, y Galitzia (en el sur) era parte del
Imperio austro-húngaro. Esa división enfrentaba a los polacos con
un problema: el tratamiento que recibían en las tres partes era
considerablemente distinto, y las tres grandes potencias a las que
estaban sometidos eran rivales por el predominio en la Europa
central y oriental. En la Polonia rusa, la revuelta de 1863 puso de
manifiesto una profunda división entre la aristocracia polaca y el
pueblo: nunca pudieron unirse ambos en un movimiento común, y a
causa de sus antagonismos fueron aplastados más fácilmente.
Después la Polonia rusa perdió las libertades que había tenido. La
política de los zares consistía en rusificar y en destruir la lengua y la
cultura polacas, y esa política fue seguida especialmente en contra
de la aristocracia. La emancipación de los siervos, que siguió
inmediatamente a la represión de la revuelta, fue mucho más
completa que en Rusia porque iba dirigida a reducir el poder de los
terratenientes polacos. Sin acabar con los latifundios, hizo posible
que se formara una clase importante de campesinos con granjas, en
posibilidad de mejorar económicamente, pero a condición de
aceptar el gobierno de los zares y de asimilarse a la educación rusa
y a su control administrativo.
Al mismo tiempo, los polacos gobernados por Alemania se veían
sometidos a un proceso de colonización mediante el establecimiento
de alemanes en tierras polacas. Ello produjo una lucha prolongada
entre los habitantes nativos y los colonizadores, consiguiendo en
general los polacos triunfar en el sentido de continuar con su tipo de
vida a pesar de todo lo que el gobierno prusiano hizo por germanizar
al país. En Galitzia, los polacos sometidos a Austria tuvieron más
suerte, por lo menos las clases altas. El Imperio austro-húngaro, una
mezcla de nacionalidades, no podía ponerse a germanizar a sus
numerosos pueblos. La clase gobernante germánica tenía que
buscar aliados tanto entre los aristócratas checos y polacos como
entre los húngaros; y, después de ser derrotada por Alemania en la
década de 1860, decididamente trató de atraerse a las clases altas
de Galitzia, que llegaron a ser, a través de sus diputados en el
Reichsrath austriaco, un baluarte del gobierno imperial, y a cambio
lograron, no una posición de asociados iguales en una monarquía
triple, como ellos hubieran querido, pero sí en todo caso una
proporción considerable de autonomía en sus asuntos provinciales.
Eso les convino mucho porque permitió a los polacos austriacos,
como raza superior, gobernar arbitrariamente a una población
compuesta principalmente de campesinos rutenos o ucranianos,
respecto a cuyas demandas de derechos nacionales propios ni
siquiera los polacos más democráticos tenían más simpatía que sus
compatriotas de más allá de la frontera en los territorios ucranianos
de la Polonia rusa.
El nacionalismo polaco seguía siendo una fuerza viva pero
estaba muy dividido, no sólo entre aristócratas y demócratas, sino
también entre súbditos austriacos, alemanes y rusos. Algunos
soñaban en una Polonia independiente y reunida, generalmente
bajo el supuesto de que se reanudaría el gobierno polaco sobre
pueblos sometidos dentro del área que los polacos arbitrariamente
consideraban suya. Pero durante largo tiempo después de la derrota
de 1863 no parecía haber esperanza alguna de conseguir la libertad
nacional luchando simultáneamente en contra de las tres grandes
potencias que ocupaban Polonia. En consecuencia, había algunos
que proyectaban para la Gran Polonia un estatus de autonomía o
incluso de tercer asociado dentro de Austria-Hungría; otros que
pensaban en una Polonia autónoma todavía unida a Rusia, y otros
más, aunque sólo pocos, que consideraban a Alemania un posible
libertador. Toda la situación se complicaba por la fuerte rivalidad de
Austria-Hungría con Rusia, y hasta cierto punto con Alemania en los
Balcanes, porque se hallaba relacionada con el problema polaco y
dividía a los nacionalistas polacos tanto como a quienes los
gobernaban.
Era inevitable que tales divisiones afectaran al socialismo polaco.
Los socialistas de Galitzia —es decir, los polacos que había entre
ellos— eran en su mayoría fuertemente antirrusos, poco menos que
los aristócratas polacos de Galitzia que compartían el poder en
Viena con las castas gobernantes de alemanes y checos. Los
socialistas de la Polonia rusa, por otra parte, estaban
profundamente divididos entre un grupo fuertemente antirruso, que
tendía a cooperar con los polacos de Austria, y otro que sostenía
que la única posibilidad de libertad para Polonia estaba en hacer
causa común con los socialistas rusos a fin de derrocar al zarismo.
Este último grupo tendía a pensar tanto en los socialistas alemanes
como en los rusos para que los ayudaran en su labor de liberación,
porque sus líderes dudaban mucho de la posibilidad de que en
Rusia triunfara una revolución sin la ayuda del proletariado de
Occidente —y por éste entendían principalmente el de Alemania,
como el país del movimiento socialdemócrata occidental más
adelantado y poderoso—. Así pues, el socialismo polaco, casi desde
el momento de nacer, fue una fuerza dividida, incluso sin tener en
cuenta otra división que se produjo en él a causa de la presencia en
Polonia de una numerosa población judía y de una fuerte tendencia
antisemítica aun entre muchos demócratas polacos.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR