Maximina: Debemos arriesgarnos, hacerlo todo

AutorRuth América Sánchez Ríos/Miguel Ángel Dorado
Páginas17-39
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Retratos de familias
Debemos arriesgarnos, hacerlo todo
Maximina Jurado Muñoz tiene 61 años, es de Milpa
Alta, una delegación del Distrito Federal, es hija única
y además es adoptada. Es esposa y madre, también es
comerciante y creyente.
Su vida ha estado marcada por el desencuentro, pero
también por las muestras de cariño y por el tesón que
siempre la saca adelante. En sus venas corre sangre an-
tigua y ella respeta eso, cree que las mentiras son una for-
ma de mentirnos a nosotros mismos, cree que la Madre
Tierra nos da todo y que nosotros sólo somos vehículos.
Sus hijos han sido su motor y las enseñanzas de
su padre su guía, es una mujer de amplio criterio y en
su vocabulario no existe la palabra rencor. Para todo
mal, Maximina recomienda paciencia y trabajo. Al
menos a ella le ha funcionado y por eso lo comparte.
Maximina
Toda la familia de doña Maximina es originaria del barrio de Santa
Martha, en Milpa Alta, una de las 16 delegaciones que componen
el Distrito Federal. Su barrio se ubica exactamente a espaldas del
cerro Teotzi. Santa Martha es el primer barrio de las cuatro sec-
Ruth América Sánchez Ríos
Miguel Ángel Dorado
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ciones más importantes de Milpa Alta; luego de Santa Martha se
encuentra San Mateo, después Concepción y luego Santa Cruz,
posteriormente, están las demás secciones: Los Ángeles, La Luz,
San Agustín, etcétera.
Para ella, ser de Milpa Alta es un orgullo, esgrime que la per-
tenencia a un pueblo es y ha sido uno de los factores más impor-
tantes de toda su vida; no sólo porque ser de un lugar te obliga a la
conservación de las tradiciones, sino también porque es una espe-
cie de estrategia de seguridad: si todos se conocen, entre todos se
cuidan; si todos saben quién es el vecino, qué hace, a qué se dedica,
entonces, los extraños son fácilmente ubicados y todo está bajo el
control de los habitantes que son quienes realmente velan por los
intereses de la comunidad, que en el fondo, son sólo manifestacio-
nes de las pretensiones individuales.
Auténtica muestra del mestizaje entre distintas culturas de la
antigua Mesoamérica, Maximina Jurado Muñoz es descendiente
de chichimecas –conjunto de pueblos indígenas que habitaban el
centro y norte del país– y de momostecas, etnia maya con actual
presencia en el municipio de Momostenango, Guatemala.
Orgullosa de su historia y de su origen, Maximina entiende
el náhuatl y sabe algunas palabras, ella no lo habla fluido como
lo hace toda su familia y, en general, de toda la región milpanten-
se, cuyos primeros asentamientos datan de la época prehispánica,
momento desde el cual se conservan ideales y costumbres que les
dan identidad a Milpa Alta y a sus habitantes. Además, los facultan
para observar la vida de forma diferente, que es una cualidad de los
pueblos originales que pretenden no sólo conservar, sino también
transmitir a las próximas generaciones.
No obstante, doña Maximina observa que a las nuevas ge-
neraciones parece no importarles tanto mantener relaciones con
personas originarias, ni se ocupan demasiado de las formas de so-

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