Doña Carmen: Yo no voy a mantener zánganos

AutorRuth América Sánchez Ríos/Miguel Ángel Dorado
Páginas51-70
51
Retratos de familias
Yo no voy a mantener zánganos
Doña Carmen tiene 68 años, es una mujer de carác-
ter fuerte pero nunca abusiva. Es de una persona de
honor, para ella su palabra vale tanto como su dinero,
si la da es porque la va a cumplir, sino mejor se queda
callada. Es además costurera y sabe hacer unas deli-
ciosas paletas de frutas naturales.
En algún momento de su vida, doña Carmen sin-
tió la necesidad de una pareja para cumplir el sueño
de una familia; pero luego de amargas experiencias,
descubrió que toda familia es producto principalmen-
te de la solidaridad y que para formar una, se ne-
cesitan no sólo buenas intenciones, es imprescindible
una pareja que quiera, respete y proteja a todos los
miembros de la familia.
Por ello, frente a la ausencia de una pareja con esas
características, doña Carmen arma que existen mo-
mentos en la vida en que uno de los padres debe ser pa-
dre y madre a la vez; debe de proveer lo necesario para
la educación y el amor necesario para seguir adelante.
Este es el caso de doña Carmen, mujer fraguada en el
trabajo duro y en el cariño por los suyos. Mujer pro-
fundamente religiosa y comprometida con el desarrollo
Ruth América Sánchez Ríos
Miguel Ángel Dorado
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de sus hijos y de cada uno de sus nietos en quienes ve el
reejo de sus duros años de trabajo.
Doña Carmen:
“Estudien, aprovechen lo que tienen, saquen buenas califica-
ciones y no reprueben; sí van a reprobar, mejor pónganse a
trabajar porque yo no voy a mantener zánganos. La oportuni-
dad que se les da es para que no tengan que vivir la vida que
yo estoy viviendo, para que salgan, para que tengan su casa y
no sigan este camino”.
Con esas palabras, fuertes pero ciertas, la señora Carmen moti-
vaba a sus hijos a salir adelante, a buscar el propio camino. Y es que,
efectivamente, la vida de doña Carmen ha sido difícil, ha trabajado
de muchas cosas y ha descubierto que la educación y el compromiso
son las únicas herramientas que posibilitan la real libertad. Sabien-
do eso, podemos comprender sus palabras y apoyarla en su actitud
de castigar cualquier intento proveniente de alguno de sus hijos por
desaprovechar la oportunidad de un futuro promisorio, que otorgan
los procesos educativos para los cuales, es menester mencionar, se
requiere mucho tiempo, dedicación y, sobre todo, interés.
Doña Carmen nació y creció en Juquila, Oaxaca, hasta que
cumplió los 16 años y deja a su pueblo y a su amada virgen milagrosa,
“que escucha a todos los que le saben pedir”. Se mudó porque tenía
la firme intención de estudiar y destacarse para que, en un futuro,
estar exclusivamente dedicada al mundo de la alta costura. Ella, igual
que sus hijos años después, contaba con el apoyo incondicional de
la madre que siempre la impulsó a construir su propia identidad y le
proporcionó las herramientas adecuadas para intentarlo.

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