La Universidad de México. Su función social y la razón de ser de su autonomía
Autor | Manuel Gómez Morin |
Páginas | 864-885 |
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Manuel Gómez Morin
LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO. SU FUNCIÓN SOCIAL
Y LA RAZÓN DE SER DE SU AUTONOMÍA
EN OCTUBRE pasado se inició la realización de una experiencia para resolver me-
diante la autonomía el problema de la Universidad.
La experiencia ha venido cumpliéndose con grandes di cultades; pero sin
que, a pesar de ellas, pueda invocarse un solo hecho que deponga en contra de
la autonomía.
Sin embargo, en sectores políticos es motivo de ataques la autonomía de la
Universidad, no sólo en su forma administrativa, siempre secundaria, sino en
su aspecto esencial de capacidad libre de investigación y de crítica.
Frente a esos ataques que se escudan en un des guramiento de la realidad
y de la doctrina, creo indispensable recordar los antecedentes y las razones de
la autonomía, el contenido de ésta y sus frutos, y las consideraciones, por otra
parte obvias, que muestran la falsedad completa de la actitud contraria a la
Universidad.
1. AFIRMACIÓN DE LA AUTONOMÍA
El n social de la Universidad
La Universidad tiene un claro destino social: lograr en cada uno de sus mo-
mentos ese fruto, complejo y riquísimo en su heterogeneidad, que es la cul-
tura; divulgar lo más ampliamente que sea posible los frutos culturales al-
canzados en la investigación y en el estudio, y dar a la comunidad técnicos
bien preparados que se encarguen de sus servicios.
Hay en la sociedad otras misiones tan interesantes como la reservada a
las instituciones universitarias: la misión de hacer justicia, la de elaborar el
derecho positivo, la de organizar la economía nacional, la de impedir o reme-
diar los males de una defectuosa organización económica y política. A cada
uno de esos propósitos responden o deben responder instituciones adecua-
das para alcanzarlos.
En relación con todos esos nes particulares, la Universidad tiene el des-
tino de estudiar los problemas que a cada actividad peculiar se presenten,
porque la Universidad no es una institución aislada de la comunidad, sino
que está hondamente arraigada en ella, unida a las demás instituciones so-
ciales estrechamente, y obligada por su esencia misma a revertir sobre la
sociedad entera el fruto íntegro de su trabajo.
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Pero lo mismo que, para cumplir bien su misión de impartir justicia, los
tribunales han de abstenerse de pretender organizar el ejido, de gestionar la
creación del seguro social, o de tomar a su cargo otros propósitos por im-
portantes que sean, pero alejados de su competencia especí ca, así la Uni-
versidad, interesada esencialmente en que las demás instituciones realicen
su n, ha de esforzarse exclusivamente por realizar el suyo propio de inves-
tigación, de estudio, de preparación técnica, y no de ejecución concreta ni
de decisión particular autoritaria.
La naturaleza de la labor cientí ca
Es fundamental reiterar la a rmación de que ni en las ciencias, ni en la lo-
sofía, el conocimiento puede estimarse completo y de nitivo.
Las nociones cientí cas de más rme apariencia, aun en aquellas ramas
de la actividad cientí ca más antiguas y exploradas como las matemáticas,
están sujetas a revisión. Los progresos de la técnica y de la investigación in-
validan doctrinas que parecían rmes y abren nuevos horizontes de interpre-
tación y de elaboración doctrinal, en física, en química, en biología. Las con-
cepciones losó cas sufren la crítica resultante de las aportaciones nuevas
de las ciencias, además de estar sujetas a una incesante labor de recti cación
y de renovación debida a la crítica losó ca misma.
Las ciencias sociales, de tan reciente iniciación que no pasan aún del pe-
riodo de planteamiento de problemas, de búsqueda de métodos, se encuen-
tran por supuesto no sólo sujetas a esta ley de recti cación, sino que por su
juventud, por la falta de medios experimentales, por la de ciencia de las po-
sibilidades de observación, están más lejos todavía que las viejas disciplinas
de alcanzar conclusiones de nitivas.
La labor característica del pensamiento, por otra parte, ha sido y será
siempre la de incesante revisión de su propia obra. Y el periodo actual de
elaboración cientí ca, jurídica o losó ca es esencialmente un periodo
de crítica, bien lejano de las épocas en que pueden darse por ciertas, con re-
lativa rmeza, algunas de las nociones esenciales del conocimiento.
Estos datos son rigurosamente objetivos y nadie que quiera mantenerse
en un terreno racional puede negarlos. Son hechos, no apreciaciones.
Las condiciones de la acción y las necesidades del estudio
Sin embargo, para los nes prácticos, para la acción, el ingeniero, el electri-
cista, el médico, el hacendista, pueden obrar con apoyo en las conclusiones
provisionales de las ciencias respectivas, dando pragmáticamente carácter
de verdad de nitiva a lo que no es sino hipótesis sin comprobación plena.
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