Crisis de la Revolución

AutorJorge Cuesta
Páginas818-820
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CRISIS DE LA REVOLUCIÓN
SE HA veri cado un cambio notable en el pensamiento político mexicano con
relación a la época inmediata posterior a la paci cación de la república. En-
tonces el horizonte político era mucho más amplio que ahora; el porvenir
era rico en perspectivas, y la acción que prosperaba en la política era la de la
imaginación. Hoy sucede todo lo contrario; el horizonte político es estrecho
y poco profundo; el futuro es amoldado al trazo simple de una perspectiva
invariable, y la acción más premiada es la de la  el observación de los he-
chos. La época anterior gravitaba sobre el porvenir, y era más libre; la actual
comienza a gravitar sobre el pasado, encadenándose. El reino de los hechos
ha sucedido al reino de los actos. Para triunfar hoy en la vida pública es me-
nester una buena memoria y ninguna imaginación: es decir, los jóvenes tie-
nen pocas oportunidades, pues la juventud casi no tiene nada que recordar.
Este desalentador fenómeno no es exclusivamente mexicano; el mundo
se ha envejecido parejamente; por dondequiera se echa de ver un igual temor
de los acontecimientos y la voluntad de determinarlos de antemano. Los pa-
dres se hacen cargo del porvenir de los hijos y los despojan del derecho de
crear y gobernar su propio destino. Las doctrinas y los programas políticos
tienen el tono y la gravedad de testamentos. Todo es una pura y celosa preci-
sión del mañana, para prohibirle ser de un modo diferente a como se piensa
que debe ser desde ahora. Se abomina de la idea de cambiar de idea; se tiene
horror de la imaginación y hay como el propósito de suspender la marcha
del pensamiento, la cual es imprevisible y está llena de sorpresas. Las pala-
bras que gozan del favor del mundo son: “dictadura”, “control” y “plan”, y las
tres signi cando testamento o última voluntad. Por otro lado, las nociones
liberales ya no saben dónde esconder el rubor de su desprestigio.
Sería interesante precisar las causas de este fenómeno, el cual, afortuna-
damente, es exclusivo de la política y no tiene paralelo en otros aspectos de
la acción social. Por ejemplo, en la ciencia ocurre lo contrario: al dogmatis-
mo cientí co del siglo pasado ha sucedido un “liberalismo” cada vez mayor,
de tal modo que puede decirse que en la actualidad el objetivo del pensa-
miento cientí co no es establecer de un modo de nitivo sus conclusiones, a
n de determinar con ellas el pensamiento futuro, sino otorgar a este pensa-
miento la mayor libertad posible, permitiéndole fundarse sobre sus propias
evidencias experimentales y desembarazarse de las cadenas históricas. En el
arte contemporáneo, mientras no se mezcla con él la política, se observa una
libertad semejante. En la  losofía, también, mientras la política no la con-

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