Rafael Freyre

AutorJosé E. Iturriaga
Páginas497-499
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Este artista, desde niño se trazó un destino que persiguió con ahínco: dejar
una huella de su paso por la tierra. Lo ha logrado con el alegre reconoci-
miento de sus contemporáneos y coetáneos.
Editorialista de lápiz, pluma y pincel, Rafael Freyre refleja en sus dibujos
el concepto que súbita o meditadamente se forja de sus prójimos y de
los hechos. No lo caricaturiza con esa crueldad orientada a destacar lo más
deprimente de ellos; más bien sus tres instrumentos de trabajo le sirven
para mostrar la piedad que en forma pudibunda mora en su entraña
cordial.
Dibujante en grado de excelencia, los personajes que plasma son eso:
personajes cuyo marco circunstancial desempeñan el papel que Freyre
estudia a conciencia, sin frivolidades desatentas ni prisas atropelladoras.
Entre los dibujos que confieren a Freyre, de fijo, el rango de notable
retratista, cabe mencionar el gran talante que le da a Winston Churchill, la
bondadosa figura de profeta bíblico que percibe en León Felipe, y cuya luz
de poeta podemos ver por la ventana de una lágrima; la notable imagen de
don Ramón Menéndez Pidal, erudito, lingüista e historiador español que
a los 100 años cumplidos seguía escribiendo y cuyo saber sólo es compa-
rable al de su casi tocayo, don Marcelino Menéndez y Pelayo que lo prece-
dió; los dibujos de Charles de Gaulle y Lyndon B. Johnson, que acaso están
debatiendo por la vieja colonia de Indochina que comprendía Laos, Cam-
Rafael Freyre*

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