Jorge Castañeda de la Rosa

AutorJosé E. Iturriaga
Páginas493-496
493
Conocí a Jorge hace casi medio siglo. Me presentó con él don Isidro
Fabela, el ilustre internacionalista que desempeñó la carrera de Relaciones
Exteriores, en el gobierno del presidente Carranza.
Desde luego advertí en ese joven una gran sensibilidad cultural y, en
especial, una vocación jurídica en esa rama del Derecho tan poco cultivada
entre nosotros.
Sin ninguna interrupción y a lo largo de tanto tiempo, esa amistad se
ha ido acrecentando y enriqueciendo con diferendos sobre algunos aspec-
tos de nuestra realidad, los que no han quebrantado tan sólido aprecio.
Jorge Castañeda es tres años menor que yo. Desde que nos conocimos
—del modo más espontáneo—, fuimos formando un pequeño grupo con
Chucho Reyes Heroles y el inteligentísimo Javier Rondero, quien acabó por
ser cuñado de Jorge. Estos dos amigos han desparecido ya; Jorge y yo
sobrevivimos. Nuestra amistad ciertamente terminará cuando nos toque
emprender el viaje final.
Desde muy joven se distinguió Jorge entre sus condiscípulos como un
asiduo estudioso de la ciencia del Derecho, sobre todo en el campo del Just
Gentium, donde sobresalió de tal modo que su destino se veía claro: servir
en la Secretaría que maneja nuestra política exterior.
Después de ascender rápidamente en los primeros escalones de la
carrera diplomática, actuó como delegado alterno en la ONU al lado del
Jorge Castañeda de la Rosa*
* Artículo titulado “Jorge Castañeda, ciudadano de cinco estrellas”, publicado en el perió-
dico La Jornada el 18 de septiembre de 1995.

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