Introducción. México-Tenochtitlan ciudad abierta a gente de los cuatro rumbos del mundo
| Autor | Miguel León-Portilla |
| Páginas | 13-16 |
Miguel León-Portilla
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Andrés Lira
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INTRODUCCIÓN
MÉXICO-TENOCHTITLAN
CIUDAD ABIERTA A GENTE DE
LOS CUATRO RUMBOS
DEL MUNDO
Miguel León-Portilla
Hay en el contexto de la historia universal algunas ciudades que, en el
escenario del tiempo, se transformaron en metrópoli, de las cuales se
dice que su origen se anticipó con palabras de profecía. Ciertamen-
te fue un privilegio para ellas que tal cosa ocurriera. La Biblia registra en el
caso de Jerusalén que su existencia la profetizó el sabio Moisés. Y respecto de
Roma, Virgilio escribió que hubo una imagen de ella en el escudo de Eneas,
mucho tiempo antes de que Rómulo y Remo le dieran origen.
En el caso del Nuevo Mundo consta en las crónicas y otros textos en len-
gua indígena que la existencia de México-Tenochtitlan la profetizó su dios
Huitzilopochtli. Un testimonio acerca de esto lo ofrece el cronista Chimal-
pahin Cuauhtlehuanitzin. Expresó que los aztecas o mexicas vivían en el nor-
te, en un lugar llamado Chicomóztoc. Ahí fueron vasallos tributarios de otros
de quienes recibían pesadas órdenes y no pocos agravios.
Y aconteció que el dios portentoso habló al sacerdote que era su guía. Le
hizo saber que su compasión por quienes consideraba su verdadero pueblo.
Él los rescataría de Chicomóztoc y los llevaría a un lugar que ya había con-
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que sería su destino, tierra prometida que existía ya en el pensamiento y en el
corazón de su dios.
Los mexicas emprendieron su peregrinación y llegaron a Chapultepec
luego de hacer frente ahí a enemigos que los acometieronno de sus supremos
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“Ve al centro del lago, ahí donde enterraste el corazón de nuestro enemigo
Cópil y verás ahí en un islote un águila erguida devorando una serpiente. Y
esa águila serás tú, Cuauhtlequetzqui, y el nopal en que está erguida seré yo
Tenochtli, porque, en tanto que dure el mundo, no acabará, no perecerá la
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El pequeño poblado que con el paso de los siglos se convirtió en mega-
lópolis, estuvo mucho antes en el pensamiento del dios protector y también
en el del sacerdote que anticipó su destino que habría de perdurar en tanto
existiera el mundo.
Alfonso de Santa Cruz, Mapa de
Tenochtitlan en 1550, siglo XVI. Biblioteca
de la Universidad de Uppsala, Suecia.
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