El triunfo de Lewis Carroll

AutorLola Aniyar de Castro
Páginas7-25
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El triunfo de Lewis Carroll
La nueva criminología latinoamericana en el siglo que culmina. Af‌i rmacio-
nes, negaciones y propuestas sobre el papel de la disciplina criminológica
(naturaleza , contenido, objeto, métodos). Su utilidad para el tr abajo teórico a
desarrolla r en el presente milenio.
Lola Aniyar de
C
as
t
ro*
Sumario:
I. El siglo XX
o el tr iunfo de Lewis C arroll. II. El marco histó rico para
entendernos mejor. III. Cuál era el contexto de América Latina en aquella
época. I V. Las más impor tantes lí neas teóricas. A. La s premisas teó ricas de
arr anque (afirma ciones). B. Las negaciones. C. Acerc amiento cri minólogos-
penalistas. Nuevas afirmaciones, nuevas negaciones. D. ¿Ciencia, tesis,
teoría? V. Balance de la crimi nología crítica latinoamer icana. VI. ¿Qué ha
habido de positivo? A. El entendimiento (el reencuentro con la esperan za).
B. “Las man zanas cae n hacia abajo”. C. Nuevos enfoques sobr e temas viejos.
VII. La s piedras del cam ino (¿incohere ncias?). La búsque da de la justicia sin
soluciones un iformes. VI II. ¿Ut ilidad para el f uturo?
I. El siglo XX
o el triunfo
de Lewis Carroll
El siglo recién ter minado se caracter izó por
diversas revoluciones ocu rr idas en todos
los órden es.
Algunas per sonas se remitieron a la Era de
Acuar io para señala r los cambios que se estaba n
produciendo en nuest ra maner a de pensar, en las
nuevas cre encias, en los nuevos ag nosticismos y,
en todo ca so, en las nuevas aper tur as.
En ar tes plásticas, el cu bismo intentó bus car
las form as geométr icas ocult as, la ese ncia. Des-
estructuró la apariencia conocida para poner
de manif‌i esto lo escondido que, con sorpresa,
vimos p or primer a vez.
* Miembro pe rmanent e del jurado pa ra el Premio Int ernacion al de Estocolmo, ex gober nadora de la Pr ovincia
de Zulia , Ve nezuela, y cr eadora de la cor riente “cr iminología de la liber ación”.
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EL TRIUNFO DE LEWIS CARROLL
El impresionismo descompuso las líneas en
su component e básico: la luz. Se nos pone b ajo el
sol para que veamos la verdad, el elemento pe-
queño, desconocido, el que trab aja en función del
tod o. De nu evo la búsqu eda d e la es enci a det rás
de la apariencia. El sur realismo desencadenó el
subconsciente en la creación plástica y literaria.
Los “cadáveres exquisitos” y la s aproximacio
nes
insólitas hicieron de lo inesperado una nueva
realidad cotidiana. El sur realismo también incor
poró elementos estéticos marginados, lo que las
culturas dominantes llamaron “étnico” para ex-
cluirse a sí mismas , cómodamente, de esa catego
ría.
La primera abst racta, por su part e, fue la epifanía
de la revolución artística. Nuevas for mas de arte
se intentaron, con destino a la autodest r ucción;
el arte hecho en la calle, o c on elementos perece-
deros, fue lasqueda de momentos creativos
que se encer raron en sí mismos. A la vez, un
artista como Cristo envolvió los paisajes, puentes,
edif‌i cios, e n grandes sábanas inte ntando ar ropar
(¿esconder, destruir?) la realidad puramente
vi
sual del día a día.
En la literatura, el dadaísmo descompuso el
lenguaje en abierta rebeldía al pensamiento for-
mal; la genética estructuralista y los intentos
cientif‌i cistas en antropología. El dadaísmo fue
pura destrucción. La nueva novela intentó, bien
descomponer la estructura organizativa csica
(Joyce), bien replantear realidades alternativas
(Kafka), bien rechazar la realidad subjetiva para
—con toda ironía si n duda— quedarse en la cás-
cara de mera descripción de los objetos —caso
del noveau roman, en Francis— o bien abrirse a
realidades mágicas o maravillosas —lo real—
maravilloso o real ismo mágico de buena parte de
la nueva novela latinoamericana.
En la arqui tect ura se hizo d econt rucc ionis mo.
Los edif‌i cios que parecen elevarse comienzan a
destrui rse al mismo tiempo. Lo estable com ienza
a desestabilizarse.
En la música dodecafónica se impusieron
nueva s esca las, s urgi eron nu evas no tas, la melo
día
se desvió de los canales tradicionales. Los ruidos
adquirie ron la categoría de sonido y se incor po-
raron a las nuevas est éticas. El jazz penetró en el
gusto del intele ctual de avanzada porque sig ni-
f‌i có un quiebre de la melodía convencional y el
despliegue de la improvisación como liberación
del subconsciente. Del romanticismo musical,
totalmente apegado a los sentimientos má s cono-
cidos del ser humano (el amor, el dolor, la liberta d,
la d epre sión , la a legr ía) se pasó (con i mpr esion is
tas
como Debussy y otros más modernos, como
Stravin sky) a la música totalmente abstr acta, a la
desarmonía y la mú sica cibernética.
Ortega llamó a es to el “arte deshumaniza do”.
Pero en realidad se t rató de una nueva manera de
incorporar el hombre al cosmos y a la realidad al
rebasar sus front eras conocidas.
En psicología se reivindicó el valor del niño
creativo frente al pa dre o adulto censor y norma-
tivo.
En medicina, inclusive, que justament e había
sido el centro del cientif‌i cismo, se habló de cura-
ciones por medio de las f‌l ores, de terapias aromá-
ticas, de la energía de las piedras, de productos de
la naturaleza; o se dirigió la mirada a formas
terapéuticas de culturas marginadas por la civili-
zación occidental. Lo es otérico se puso de moda.
En sociología surgieron el construccionismo
social y el interaccion ismo simbólico. Esto es, la
relatividad aplicad a a los valores de la vida cotidi a
na.
Y allí es en donde, luego, se inser tó la nueva crimi-
nología, con su ciencia política, c rítica jurídica.
En materia correccional, de prevención, se
tiende a elimina r la burocratización y se incor po-
ra lo participativo y lo comun itario; cuando no el
abolicionismo, especie de bomba atóm ica contra
las instrucciones, de cuyo hongo gigantesco aún
no hemos visto la cúpula f‌i nal. La anticriminología
y la antipsiqu iatría se unen en este punto. Ante el
fracaso pro clamado de los sistemas de tr atamien-
to (“nada funciona”, dice la criminología evalua-
tiva), la nueva criminología se alza de hombros
(no es asunto suyo) y voltea la mirada ha cia otra
parte. Allí va a bu scar, tal vez soluciones, tal vez
respuestas.
En el á mbito de lo pol ítico , de la f‌i losofía y de
la sociología, además, el siglo culminó bajo el

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