Menos Lombroso y más Baratta. Apuntes para la actualización de la enseñanza de la criminología en México

AutorJosé Luis Prado Maillard y Gerardo Saúl Palacios Pámanes
Páginas109-134
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Menos Lombroso y más Baratta. Apuntes para la actualización
de la enseñanza de la criminología en México
José Luis Prado Maillard*
Gerardo Saúl Palaci os Pámanes**
“El trabajo bajo el paradig ma no puede llevarse a cabo en ningu na otra forma
y la deserción del para digma signif‌i ca dejar de practicar la ciencia que se def‌i -
ne. Pronto descubri remos que esas deserciones tienen lug ar. Son los puntos de
apoyo sobre los que giran la s revoluciones científ‌i cas”.
Thomas S. Kuhn.1
Sumario:
I. Progreso científ‌i co. II. ¿Qué sigue ahora para la cr iminología? III. ¿Cuál es
el objeto de estudio de la c riminología? IV. ¿Cuál es el método criminológico?
V. Criminoloa ctica. VI. Mexicanizacn de la prevencn general. VII.
Enseñanza de la c riminología. Hacia un modelo holíst ico. VIII. Nuevo progra-
ma de la Maestría e n Criminología. IX. Comentar ios f‌i nales. Bibliografía.
I. Progreso científ‌i co
Cuando el ideal llamado “Bacon-Descartes”
(según el cual el conocimiento cienf‌i co
alcanza un grado de certeza absoluto)2 se co-
lapsó con la pared mural del principio de incer-
tidumbre de Heisenberg (impo sibilidad de cono -
cer con igual prec isión la posición y la velocidad
* Doc tor en D erec ho por l a Sorb ona I, P arís . Profe sor de tiemp o comp leto de la Facu ltad d e Dere cho y C rimi nolog ía
de la Universidad Au tónoma de Nuevo León. Miem bro del Sistema Nacional de I nvestigadores, n ivel I.
** Maes tro en Cie ncias co n espec ialida d en Crim inolog ía. Subd irecto r de Cri minolog ía de la Fac ultad de Derecho y
Criminolog ía de la Universidad Autónom a de Nuevo León. Director d e la Academia Estata l de Policía, Nuevo León.
1 Kuhn, Thom as S. (1970), La estructura de las revoluciones cienf‌i cas. Trad . Contin, Agustín . México. Fondo de
Cultura E conómica. pp. 66-67.
2 Cfr. Radnitzky, Gerard; Andersson, Gunnar y otros. Progreso y racionalidad en la ciencia. Watki ns, J ohn (19 79),
El enfoque poppe riano del conocimie nto científ‌i co. Trad. Meana, Luis. Esp aña. Alianza E ditorial. pp. 31 y ss.
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MENOS LOMBROSO Y MÁS BARATTA. APUNTES PARA LA ACTUALIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA
de una part ícula), las entonces llamadas ciencias
exactas tuv ieron que refugiarse en la idea menos
ambiciosa del “progreso cient íf‌i co”.
Fue necesario dejar e n el olvido la arrogancia
con que el prestigiado tr ibunal de la ciencia otor-
gaba o denegaba la “carta de n aturalización” a las
disciplinas anhelantes de reconocimiento cientí-
f‌i co , abriénd ose la fr ontera al paso de co noci-
mientos sistemat izados que hasta antes d el elitis
mo
gnoseológico no lograban satisfacer la exigencia
de predicción inequívoca, ofreciendo, a lo más,
un grado elevado de probabilidad.
Stephen W. Hawking lo adm ite:
Con el advenimiento de la mecánica cuántica he-
mos llegado a recono cer que los acontecimien tos
no pueden predecirse con completa precisión,
sino que hay siempre u n grado de incer t idumbre.
Si se quiere, puede at ribuirse esa aleator iedad a la
inter vencn de Dios, pero se trataría de una
inter vención muy ext raña; no hay ningun a eviden-
cia de que esté dirigida hacia n ingún propósito. Si
tuviera alg uno no sería, por def‌i nición, aleatoria.3
No obstante, se conser vó aquella añeja divi-
sión clasista entre ciencias duras y ciencias del
espíritu , pero por la natura leza del objeto de estu-
dio, ya no por la certeza de la s predicciones que el
conjunto sistematizado de conocimientos ofre-
ciera. De esta manera, poco a poco se incurrió en
el abandono de los esfuer zos por hacer entrar un
conjunto de conocimientos “inexactos” en el
exacto traje sast re de la ciencia.
Descartes y su duda metódica abrieron paso
al método científ‌i co que procuraba salvar al ob-
servador de los múltiples embustes de los sentidos,
reduciendo, por las vías del a nálisis y la síntesis,
el margen de error para el esmerado seguidor del
instru ctivo: la verdad era un modelo para ar mar.
Con el descubrimiento de la Física Cuántica,
que admite la inaplicabilidad de la Mecánica
Clásica (leyes de New ton) a velocidades cercanas
a la de la luz y a part ículas subatómicas, se com-
prueba que el derrumbamiento de conceptos de
autoridad no ter minó con el célebre experimento
que el propio Newton llevó a cabo para demost rar
el errorsico de Aristóteles.4 Las propias leyes
del padre de la gravedad fueron un concepto de
autoridad que se vino abajo (como la manzana
cae del árbol) con el descubr imiento de la llamada
“Física de las probabilid ades”.
Incluso amerit a revisión aquella enraiz ada af‌i r-
mación según la cual la m ateria ocupa un lugar e n el
espacio y tiene peso, de la que se de riva la asevera-
ción que niega la posibilidad de que dos objetos
puedan ocupar u n mismo espacio al mismo tiempo:
Como su carga es ine xistente y los leptones, al no
ser quarks, n o sienten la interacció n alta que rige a
los núcleos, el neutrino interactúa muy débilmente
con la materia . Así, cada segundo nos atrav iesan
miles de millon es de neutrinos que proviene n del
corazón del Sol sin qu e ninguno de nosotros h aya
tenido razón p ara quejarse, y con razón, de esta
insolación de neutrinos.5
El más grande de los paradigmas, dentro de
cuyo ámbito todos los demá s tuvieron lugar, ter-
minó también por colapsarse: el “uni-verso” es
“multi-verso”, las dimensiones son más de tr es y
el “uni-verso” que conocemos es una “brana”.
Esto es, una bran a de tres dimensiones alojada en
un espacio de nueve dimensiones.6
3 Stephen W. Hawking (1998), Historia de l tiempo. Del Big Bang a los a gujeros negros. Tra d. Ortuño, Mig uel, intro.
Sagan, Carl. Cr ítica. España. pp. 214-215.
4 La frase “conce pto de autoridad” s e utiliza para refe rir un dogma. Par a los efectos de este ar tículo por dogma pued e
entenderse la aceptacn como verdadera de una af‌i rmación no como result ado de una operación raciona l, sino por el
prestigio de qu ien la sostiene. Es una cu estión de fe, más que de raz ón.
5 Chardin, G abriel (2001), La antimateria. Una expli cación para comprender. Un en sayo para ref‌l exionar. (Trad.)
Gallardo, Glen n, México, Siglo XXI, p. 37.
6 Burgess, Clif f y Quevedo, Fernando (2008). “La gra n montaña r usa del cosmos. ¿Se rá la inf‌l a ción cósmica una
manifesta ción de que nuestro unive rso se halla inmerso e n una estructu ra mucho mayor?” En la Revist a Investigación y
Ciencia. Trad. sn. No. 376. España. Ed ición española de Cientif‌i c American. pp. 69 y ss.

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