Debate sobre la nueva ruralidad en México

Páginas191-245
CAPÍTULO V.
DEBATE SOBRE LA NUEVA RURALIDAD
EN MÉXICO*
Las ideas que se generaron sobre el medio rural latinoamericano en el último
siglo han ido cambiando junto con las realidades de los países que forman
parte del hemisferio. Hasta hace unas décadas el mundo académico mostró
capacidad para ofrecer explicaciones convincentes respecto a los procesos que
se desarrollaron en los llamados países periféricos o subdesarrollados.54 Sin
embargo, a raíz de la crisis de la deuda externa —a principios de los ochenta—,
las naciones latinoamericanas tomaron rumbos hasta entonces insospechados
que obligaron a reformular los viejos paradigmas sobre lo rural.
La crisis de los años ochenta provocó un proceso de liberalización de las
economías nacionales que tuvo claras implicaciones en el agro latinoamericano.
Las políticas estatales dirigidas hacia la creación y consolidación del un mercado
interno fueron sustituidas por políticas de apertura comercial, caracterizadas
por el retiro de los apoyos estatales (mediante los subsidios) a la producción.
Las consecuencias de este proceso de apertura neoliberal “están a la vista:
concentración excesiva de la riqueza, desempleo masivo, […] empleo precario,
pobreza y marginación de los grandes fl ujos económicos no sólo de poblaciones
enteras, sino de países completos […], saqueo de la naturaleza” (Grammont,
2004: 294).
Este cambio de timón en las políticas estatales impactó notablemente a
las sociedades rurales, dejando de manifi esto que “los conceptos de análisis
económicos y sociológicos de las escuelas neoclásicas, marxistas y luego
neoliberales”, habían agotado su capacidad explicativa sobre las nuevas
realidades agrarias (Grammont, 2004: 289). Ante esta situación se planteó la
urgente necesidad de buscar nuevos abordajes explicativos que pudieran dar
cuenta de las actuales tendencias del medio rural latinoamericano.
* Elaborado por Karina Ochoa Muñoz y Gisela Espinosa Damián, maestra en Desarrollo
Rural por la - y coordinadora del Posgrado integrado en Desarrollo Rural, -.
54 Estos enfoques van desde las formulaciones estructuralistas de la , concebidas
en el periodo de posguerra, hasta las teorías de la dependencia de tinte claramente
marxista, cuyo auge se ubica entre la década de los sesenta y los setenta.
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En este contexto, algunas disciplinas, como la sociología rural, acogieron
la noción de “nueva ruralidad”, con el objeto de mostrar “el fracaso de la
modernidad que se refl eja en el crecimiento de la pobreza y la incapacidad de
crear una amplia clase media emprendedora en el campo” (Grammont, 2004:
294).
Así pues, desde principios de la década de los noventa el concepto
de “nueva ruralidad” se extendió por América Latina adquiriendo diversas
facetas, primero, porque el proceso de liberalización económica presentó
particularidades en cada país y en cada región, y, segundo, porque no existe un
consenso generalizado respecto a su defi nición y contenidos. Desde entonces,
la noción de “nueva ruralidad” ha abierto importantes líneas explicativas
respecto a los procesos políticos, sociales y económicos que impactan al mundo
rural latinoamericano en los últimos tiempos, a la vez que permite caracterizar
las vertiginosas transformaciones de dichas sociedades.
Desde la perspectiva de Hubert C. De Grammont, la virtud de dicha
noción reside en que: “implica (por sí misma) la existencia de cambios
importantes en el campo que parecen marcar una nueva etapa en su relación
con la ciudad y la sociedad en general, tanto en el nivel económico como en
el social, cultural y político” (Grammont, 2004: 289).
En este sentido, la noción de la “nueva ruralidad” manifi esta los procesos
de transformación de las sociedades rurales que impactaron en las antiguas
concepciones construidas en torno a las ideas de desarrollo y progreso, cuya
formulación se tradujo en una visón dicotómica (de lo rural y lo urbano)
que tuvo vigencia en América Latina hasta bien entrada la segunda mitad del
siglo . Pero también expresa un potencial interpretativo tan vasto como los
problemas y desafíos que hoy día enfrentan las diversas sociedades rurales de
nuestro continente.
Sin embargo, la refl exión en torno a la “nueva ruralidad” no se agota en las
bondades y aportes que esta noción ofrece. También existen algunas posturas
críticas que han cuestionado la falta de claridad de esta categoría, dado que
acoge todo tipo de enfoques y defi niciones sin que, hasta el momento, se haya
alcanzado un consenso respecto a su utilización y contenidos. De igual forma
se cuestiona que en este enfoque prevalezca la idea de que la oposición entre
las clases sociales haya perdido vigencia, ya que en la aparente neutralidad con
que se perciben los fenómenos sociales subyace un planteamiento que supone
la inexistencia del confl icto. Asimismo, se critica a los especialistas de la “nueva
ruralidad” por centrar su mirada, de forma exclusiva, en la dimensión espacial
N . E    A L 193
de los procesos, perdiendo de vista la dimensión temporal (o histórica) y los
cruces que existen entre ambas esferas.
Pero la principal inconveniencia que algunos estudiosos del tema
encuentran en el enfoque de la “nueva ruralidad” estriba en la caracterización
que se hace sobre las actuales tendencias del mundo rural. Es cierto que,
ante la necesidad de entender y explicar los actuales fenómenos rurales,
los partidarios de la “nueva ruralidad” proceden a adjetivar como nuevas y
novedosas las transformaciones que en los último años se han gestado en
el agro latinoamericano, sin considerar que el dinamismo de las sociedades
rurales ha posibilitado, desde siempre, la coexistencia de “viejas” y “nuevas”
formas de lo rural.
En esta línea del debate, Blanca Rebeca Ramírez plantea que el marco
categorial que la “nueva ruralidad” utiliza para analizar las transformaciones,
tanto del medio rural como del urbano, ha sido poco conveniente en la
identifi cación las características fundamentales de las tendencias “novedosas”;
y, en este sentido, considera que existe una ausencia de diagnósticos claros
sobre las razones o determinaciones que subyacen en dichos procesos. Por
lo que sugiere, “…desmitifi car lo nuevo para esclarecer la urgencia de su
utilización y generación, dentro del contexto de las transformaciones propias
de la sociedad en general, y mexicana en su conjunto, al aceptar y reconocer
que ella se constituye igualmente de elementos viejos” (Ramírez, 2003: 53).
Aun cuando existen muchas preguntas respecto a la pertinencia, o no,
del enfoque de la “nueva ruralidad”, lo cierto es que en la última década se
abrieron diversas líneas de análisis que posibilitaron pasar de los “estudios
agrarios” (focalizados al tema de la tierra y la producción) a los “estudios
rurales” (que retoman los problemas actuales del mundo rural)55. Asimismo
se multiplicaron las posturas respecto a las causas de los principales problemas
que aquejan al medio rural latinoamericano (pues, en aras de evitar cualquier
tipo de vanguardia académica, se ha privilegiado la variedad de estudios y
enfoques).
Así pues, nos encontramos frente a un escenario diverso que, si bien,
nutre el debate, también exige un mínimo reconocimiento de los principales
problemas, retos y aportes del medio rural. Esta es, pues, la tarea que en este
capítulo nos proponemos realizar.
55 Ver Hubert C. De Grammont, 2004. “La nueva ruralidad en América Latina”. En
Revista Mexicana de Sociología. Número especial. Año 66. Pp. 279-300.

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