El contexto global. Flexibilización monetaria y especulación

AutorCarlos A. Rozo
Páginas38-39
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CAPITAL ESPECULATIVO Y BLINDAJE FINANCIERO EN MÉXICO
El contexto global. Flexibilización monetaria y especulación
La lógica de funcionamiento del FED, desde la década de 1980, se sustenta
en la idea fundamentalista de que los mercados financieros son racionales, lo
cual obliga a aceptar que la especulación financiera es un factor coadyuvante
a la estabilidad, tal como lo postulara Milton Friedman. En este contexto
conceptual es que el FED, en noviembre de 2008, puso en marcha el programa
de “flexibilidad cuantitativa” como su as central para ganarle la partida a la crisis
estimulando la economía hacia un sendero de mayor crecimiento, por medio
de la creación de liquidez para comprar activos financieros, bonos e hipotecas
de largo plazo. El mecanismo funcionaría porque daría mayor liquidez a la
economía, lo que rebajaría los tipos de interés de largo plazo. Este programa
operó en tres rondas. La primera iniciada en noviembre de 2008, la segunda
se pone en marcha dos años después de la primera, en noviembre de 2010, y la
tercera ronda se echó a andar en septiembre de 2012.
Esta iniciativa heterodoxa del Banco Central de Estados Unidos dio lugar a
que otros bancos centrales le imitaran, lo cual encaminó a que entre 2008 a 2015
los bancos centrales del G7 inyectaron a la economía mundial unos 10 billones
de dólares (biD) de liquidez adicional. Un estímulo sin precedente de cantidades
extraordinarias de liquidez a los mercados por medio de la compra de deuda
corporativa en bonos con distintas tasas de interés y periodos de maduración.
Esta estrategia monetaria ha sido ampliamente defendida y cuestionada al
igual que existen experiencias históricas y controversias que ponen en duda
su efectividad (Gagnon, 2016; The Economist, 2013; Rafiq, 2015; Dobbs et
al., 2013; IMF, 2013). Stiglitz argumentaba en 2010 que la “flexibilización
cuantitativa” podría costar mucho a los contribuyentes pero no serviría para
nada ya que los bancos centrales pueden coadyuvar a controlar la exuberancia
irracional de los mercados durante la burbuja al limitar la disponibilidad de
crédito o al aumentar tipos de interés, pero no tienen la capacidad para hacer
que la inversión se incremente en tiempos de crisis. Ya en 2001 el FED intentó
estimular la economía bajando la tasa de interés, lo cual llevó a un festín de
consumo pero no de inversión. Keynes planteó argumentos parecidos sobre la
irrelevancia de la política monetaria durante la Gran Depresión. Más aún, en
el contexto de la crisis de las hipotecas de alto riesgo, reducir las tasas de interés
de largo plazo no tenía mucho futuro dado que las grandes empresas cargaban

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