Refinando la teoría del voto económico. América Latina revisitada

AutorMalco Braga Camargos
Páginas39-57
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Panorama de América Latina
Tufte, en 1978, escribió: “Cuando uno piensa en economía, piensa en elecciones;
cuando uno piensa en elecciones, piensa en economía”.1 Hace mucho que se analiza,
en dos direcciones, tanto por parte de la ciencia política como de la economía, la
relación que hay entre elecciones y decisiones económicas.
La teoría del voto económico, tal como la presentan en trabajos originales, trata a
todos los electores de la misma forma. Según ellos, los electores siempre van a actuar
como jueces, aparte de las situaciones institucionales o económicas en las que estén
viviendo. Así que, la apreciación del elector es sencilla: si la evaluación que hace del
gobernante es positiva, vota en la situación; si es negativa vota en la oposición.2
Desde 1966 hasta los días de hoy, han sido publicados más de 300 artículos y
libros tratando de la correspondencia entre economía y elecciones. Distintos autores
que han desarrollado estudios independientes en diferentes países han revelado la efi -
cacia de la premisa y de los métodos de Key y Kramer en cada nación estudiada. Con
diferencias en las variables dependiente e independiente, la relación entre economía
y voto ha sido encontrada en varios países.
Ningún país fue tan estudiado como Estados Unidos. Lewis-Beck y Stegmaier3
demuestran que los estudios encuentran fuertes evidencias de la infl uencia que la eco-
nomía ejerce en la decisión de voto del elector norteamericano, sin embargo subra-
yan que éste no es el único factor estimado. Haciendo un análisis de varios estudios
presentados, los autores concluyen que los electores no tienen en cuenta únicamente
cuestiones económicas al momento de elegir, no obstante esas cuestiones, general-
mente, tienen más peso que las demás.
Hay varios ejemplos de la aplicación de la teoría de la recompensa y del castigo en
otras partes del mundo, donde están en vigor diferentes sistemas de gobierno y siste-
Refinando la teoría del voto económico.
América Latina revisitada
Malco Braga Camargos*
40 EL VOTANTE LATINOAMERICANO
mas electorales. Para dar un ejemplo, podemos mencionar: Western y Tranter4 (Aus-
tralia); Happy5 (Canadá); Duch6 (Hungría y Polonia); Sanders7 (Inglaterra); varios
sobre países de América Latina: Roberts y Arce,8 y Stokes9 (Perú); Jorge Buendia10
(México); y Mendes y Venturi,11 Meneguello,12 Camargos13 y Carreirão14 sobre Brasil.
Aunque no hay un gran número de estudios evidenciando la relación entre indi-
cadores económicos y apoyo al gobernante en varios países aislados, estudios que en-
globan más de una nación han encontrado difi cultades en demostrar efectos sólidos.
A partir del análisis de datos de forma individual, Lewis-Beck15 realizó un análisis
comparativo de resultados de surveys aplicados en Inglaterra, Alemania, Francia, Es-
paña e Italia. El autor encontró una diferencia considerable entre el grado de insatis-
facción en cuanto a la economía y al apoyo dado al partido mandatario. En el trabajo
del autor el efecto causado fue impactante en Inglaterra, menos intenso en Alemania,
Francia y España, y muy suave en Italia.
Powell y Whitten16 analizan la ganancia o pérdida en porcentaje para el partido
mandatario en elecciones legislativas en 19 democracias industrializadas, durante el
periodo contenido entre 1969 y 1988, rematando un total de 100 elecciones.
Los hallazgos de los autores han revelado que el impacto del voto económico no es
tan signifi cativo como se esperaba, como demuestran los datos de la Tabla 1.
Las conclusiones de la tabla debilitan, y mucho, las explicaciones hasta aquel mo-
mento dominantes en lo que se refi ere a la relación entre economía y voto. Powell y
Whitten encontraron pocos coefi cientes signifi cativos y ellos presentaban magnitu-
des semejantes a los de sus errores estándar. Además, el valor de R-cuadrada fue muy
bajo y el coefi ciente de la variable infl ación estaba en el sentido opuesto, mostrando
que mientras más alta la infl ación, más alta es la proporción de votos en el partido
mandatario.
Otro estudio que compara varios países fue realizado por Wilkin, Haller y Nor-
poth.17 Los autores analizan 38 democracias que tuvieron por lo menos dos elec-
ciones consecutivas con gobiernos estables. Utilizan como variable dependiente el
voto dado al partido mandatario y como variables independientes la variación del
 y de la infl ación. Al contrario de lo que se hace en los estudios longitudinales de
países, los autores buscan medir los efectos de la economía en el comportamiento
de los electores de diferentes países. Para eso, los autores analizan sólo una elección
en cada país (entre 1988 y 1994). La principal interrogante del artículo se señala en
la próxima sección: ¿bajo qué condiciones la relación entre economía y voto se hace
más fuerte?
Wilkin, Haller y Norpoth observan que el número de partidos en el gobierno,
y también en la oposición, varía mucho de país a país. En Estados Unidos, por
ejemplo, hay sólo dos partidos disputando la elección, mientras que otros países
presentan más de diez en la misma disputa. Así que —considerando que los elec-
tores pueden transformar sus juicios económicos en deliberaciones partidarias—,
¿cuándo el número de partidos en el gobierno, así como en la oposición, puede
variar drásticamente? ¿A quién el elector puede atribuir el éxito o el fracaso en el
desempeño de la economía? Cuando el sistema es bipartidista resulta fácil para que

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