Publicaciones dispersas

AutorAndrés Henestrosa
Páginas197-198
Publicaciones dispersas
Muchos de los grandes escritores del siglo pasado, a pesar de las varias re-
copilaciones que se han hecho de sus escritos, permanecen en cierto modo
desconocidos. Y es que frecuentemente escribieron en periódicos y revistas de
corta vida y en un ambiente de inseguridad que nos les permitió ni siquiera
coleccionar sus escritos, ni, pasados los años, encontrar aquellas publicacio-
nes en las que lo hicieron. Nuestras bibliotecas, que con frecuencia no han
sido otra cosa que meros depósitos de libros, más estorban y desazonan que
auxilian al que se proponga la tarea de ir salvando para nuestra bibliografía las
producciones desconocidas del siglo pasado. Esta ha sido, en gran proporción,
la suerte de Guillermo Prieto. A pesar de lo que se ha rescatado de las publi-
caciones del siglo XIX de sus trabajos literarios, mucho queda aún disperso en
las hojas periódicas publicadas en esta capital, y en algunas de provincia. Sin ir
más lejos, tenemos el caso de un pequeño volumen publicado hace un cuarto
de siglo con los artículos firmados por “Fidel”, y titulado “Los lunes”; tal como
aquella columna que escribiera en un periódico de esta ciudad de México. El
editor, al marcar el pequeño volumen con la denominación de tomo primero,
claramente anunció que le seguiría otro u otros. Pues bien, nunca más se con-
tinuó la serie. ¿Por qué? Eso es cosa que nadie sabe a ciencia cierta. Se dice
que la persona encargada de la recopilación no encontró manera de completar
el material para el tomo segundo, por lo menos; aunque también que la casa
editora desistió de aquel empeño en vista de su escaso éxito comercial. Pero
pudiera ser que las dos circunstancias concurrieran a fracasar el propósito,
dejando así tantas buenas cosas en la sombra.
Hace más de medio siglo se publicó en México, bajo la dirección de Vic-
toriano Pimentel, un semanario de índole pedagógica titulado El niño mexi-
cano que tuvo, como todas nuestras publicaciones periodísticas, una efímera
vida. Invitado como colaborador, Guillermo Prieto aceptó entusiasmado y su
colaboración fue recibida con unánime aplauso. El viejo escritor, el poeta del
pueblo que mejor supo sentir sus dolores y sus alegrías, formó una “Gale-
ría de niños antipáticos” que debidamente seleccionados pudieran constituir,
acompañadas de otras piezas, un tomo segundo de “Los lunes”. He aquí los
artículos de esa galería y posible índice de ese volumen que alguna vez habrá
de publicarse:
AÑO 1954
ALACE NA DE MINUCI AS 197

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